Viven hace más de 12 años en Colonia El Cedral, a 20 km de la zona urbana de Campo Viera. De trabajos pesados, tabacaleros y colonos, Cristina Viera y Juan Carlos Vargas nunca pensaron que la tranquilidad y la naturaleza que los rodea, sería menos importante que la señal del celular.
Sin embargo, la llegada de la pandemia cambió todo y la conectividad resultó vital, no sólo para comunicarse con familiares y amigos sino, para que sus hijos puedan estudiar. Dalexandro(17), cursa el último año del secundario, Elisandro (16) está en tercer año y Santiago(5) debería haber comenzado la sala de 5 en la escuela mas cercana. Los mayores asisten a la EFA Padre José Marx, en el centro de Campo Viera.
«Nos dimos cuenta que estaban quedando muy atrasados, el mayor necesita completar su educación porque ya ingresa al terciario, en nuestra casa no tenemos señal de teléfono, hay que subir a la parte mas alta de la chacra para poder lograr comunicación. Los chicos siempre iban ahi para recibir tareas, asi que el papá para protegerlos del frío o el sol les hizo un campamento con lonas y maderas, pusimos unas sillas y un banco para que puedan trabajar o escribir», contó Cristina, la mamá.
Lo llamativo es que, otros vecinos tienen el mismo problema, ya que aqui urge una antena de telefonía, por lo que, muchos también utilizan este «campamento» para tener señal.
«Hay chicos que concurren a la primaria, que queda a unos 3 kms y siempre utilizan el mismo lugar para conectarse, asi que muchas veces comparten el sector, se utilizan los bancos y esta caja en forma de mesa que se colocó», explicó Cristina.
Recibieron la visita de una profesora que fue a ver cómo trabajaban, alertados por la mamá de los chicos de que no podían cumplir en tiempo y forma con el envío, la que decidió dar a conocer esta realidad.
«Para llegar al asfalto tenemos que hacer 17 kms, la escuela queda unos 3 kms más, asi que tener señal de teléfono parece banal pero en estos tiempos es fundamental, no sólo para los estudios sino en general. Nosotros cargamos 500 pesos de crédito y se van en tres dias o un poco más», señaló la mamá de los estudiantes.
Relató que el niño de 5 aún no pudo comenzar su aprendizaje, porque la escuela ya no tiene ese sector pues había muy pocos niños y la cerraron, o sea, doble problema.
La pandemia trajo problemas, pérdidas, tristeza, pero también logró poner en relieve otros valores como la solidaridad y el ingenio, que en este caso queda de manifiesto. La voluntad de estudiar- más allá de la frustración de no poder ir a la escuela-supera a la pandemia y la comprensión y acompañamiento de los papás, aun más.