«Estamos ante una pandemia mundial, algo así como una bomba atómica que explota sobre el planeta sin aviso y se desparrama sin mesura sobre todo aquel que camina inocentemente por este vergel que es la tierra. ¿Quién podría decir que desde marzo del 2020 nos sucedería tal insensatez, que algo que no vemos pueda poner en vilo a la humanidad . Y algo así, ¿podría pasar desapercibida para los escritores, justo ellos cuya sensibilidad se agudiza ante temas que tocan tan de cerca al ser humano? ¿Y que puede sentir un docente ante un hecho semejante? ¿Cómo contarlo?… FABIAN DORETTO, reviviendo su experiencia desde su óptica de docente y escritor, aunque no pueda contarnos el final porque todavía la historia se está escribiendo, nos lo cuenta de esta forma en: “DOCENTES PRESENTES» señala Rosa Quitita Peruzzo.
«Formados frente al mástil, el maestro los despidió “hasta mañana”… Era jueves 12 de marzo del 2020, solo habían transcurrido cuatro días de clases; el viernes se presentía como siempre en la efervescencia de los ánimos, puerta del fin de semana. Pero no iba a ser así, NADA SERIA IGUAL. El docente volvió a su hogar y a partir de allí la caótica sucesión de noticias televisivas y radiales, sumándose luego la lectura de decretos y resoluciones que brotaban de urgencia, llamando al AISLAMIENTO SOCIAL Y OBLIGATORIO, señalando a la vez, el final de las clases presenciales. Avisos a los padres, sembrados de dudas, a los estudiantes. “no nos veremos por un tiempo”, no sabemos cuánto. Es un virus… es chino, asiático….se está viendo, esperemos… Solo sale personal esencial... Confusión: quien sale, quien queda. Preocupación en los padres, docentes, niños y jóvenes. Hubo que armar de apuro un NEXO COMUNICATIVO, grupos de presencias virtuales donde circulen tareas escolareas. Tareas que van y no siempre llegan, tareas que van y no siempre regresan; sin soslayar la diversidad que plantea la ciudad y la ruralidad, dos mundos, dos problemáticas. Y se presentan las realidades: por un lado: teléfonos celulares, computadoras, tablets, wifi, redes sociales y whatsapp, para acceder a plataformas y recibir la indicación docente, con ayuda además de la televisión y la radio. La otra realidad: sin los mismos receptores tecnológicos, sin señal, sin memoria, sin crédito, sin datos, sin wifi, sin dinero… El docente desde el principio puso en juego su saber, su labor, su experiencia y su sapiencia, enviando “la paloma mensajera de la virtualidad”, actividades motivadoras que, resueltas, deberían volver para su revisión. El docente se guardó sus temores ante un bien superior: la continuidad del aprendizaje de sus alumnos. Alegrías, mal humor, amor y desánimo, mezcló esta pandemia que aún nos encuentra remando a mitad del rio. Además de sostener el vínculo comunicativo con sus educandos, el docente debe sostener el ánimo estudiantil, lograr que no bajen los brazos, de afrontar y superar una adversidad nunca antes vista. Es un desafío épico. Nada en la mente de los alumnos se perderá, por la capacidad y magia del docente, de regenerar, de sobreponerse a la presión del tiempo y hacer florecer aún en la aridez”. (Fabian Doretto)