Leti y Esteban tienen tres nenas y cuatro varones.
Soy el segundo.
No me gustan los abajo; abajo de la mesa, abajo de las sillas, abajo de la cama. Supongo que por eso ellos eligieron este lugar para castigarme cuando escribo o dibujo algo malo; abajo del piso, piso de tablas.
Por suerte tiene hendijas por donde entra algo de luz de adentro de la casa.
Puedo abrigarme un poco tapándome con tierra, pero me asustan los alacranes, el año pasado me picó uno y sentí que quería explotar, explotar en miles de mí para atenuar el dolor. Eso pensé, cuánto más soy, menos sufro.
A la hora de las comidas, mi mamá pone un programa de cocina, donde hacen platos que se ven riquísimos.
Mi hermana chiquita me pasa reviro por la hendija cuando ellos no ven. Miro bien la comida de la tele, cierro los ojos; siento aroma a banquete, a gente perfumada, a mesa sin miedos, a arriba.
Mastico despacio, disfruto cada bocado que dejo reposar varios segundos antes de tragar. Exquisito; dice el tipo de la tele.
Que bien se come, qué rico es todo acá arriba mami.