En el alhajero había lo que siempre hubo, un enredo de bijouterie que le regalaban en los cumpleaños y jamás usaba, ni siquiera cuando le gustaba un collar, una pulsera o una medalla.
La mañana recién comenzaba pero el sol estaba a pleno y entraba como una tromba por la ventana de la habitación. Había perdido un aro en la cama, lo encontró sacudiendo las sábanas, aunque la pequeña traba que lo mantenía colgado al lóbulo de la oreja había desaparecido como por arte de magia.
Natalia buscaba un repuesto que le permita volver a ponérselo hurgando con los dedos entre eslabones y dijes enredados. No hubo caso, dio vuelta el alhajero, su contenido se desparramó sobre la cómoda, el sustituto que necesitaba no aparecía, ni desenroscando cadenitas, ni removiendo perlas falsas, ni desprendiendo ganchos atascados.
No iba a salir a la calle con un solo aro, así que, se quedó allí, escarbando el desparramo, probándose esto y lo otro, un anillo en el dedo meñique, una gargantilla de la que pendía una mariposita de marfil, reprochándole a su memoria no haber retenido ciertos detalles que descubría a costa del altercado, resultando un accesorio de mal gusto lo que antes de guardar le había gustado, y al contrario, porque también había en el enredo, cosas tan lindas que no entendía cómo nunca las había usado.
Se le fue la mañana, el mediodía, la siesta, la tarde, se le enfriaron los tobillos con los pies descalzos. Cuando la noche susurró penumbra en la ventana, encendió la lámpara. Un puñado de cristales engarzados se confundían en tenues amarillos que habían sido blancos por la mañana, el pequeño montículo continuaba transformándose en tanto se había hecho demasiado tarde para salir a la calle, aunque no tan tarde como para salir con un solo aro.
Cuentan que Natalia todavía está allí.
Y dice la escritora que vive conmigo que da por sentado que es cierta la historia, la pobre padece trastornos literarios por los cuales asegura que le pasó lo mismo que a Natalia. Despertó un día a media página, había perdido una traba como por arte de magia. Desde entonces la busca en el enredo desparramado de sus personajes, se prueba miedos, culpas, conquistas y amores trasnochados. Para colmo de males, agrega que no piensa salir a la calle con un sólo capítulo colgando del título que no aparece por ningún lado.