Llegaste un tanto pálida, esa tarde había algo de viento, algo para comer en la heladera y un rubor de Avon que dejaste la otra vez. Me miraste en escala de grises mientras yo preparaba un choripan.
Te sentaste bien, empezaste a tomar color RGB (24 bits) y seguiste mejorando hasta volver a ser vos.
Mientras leías “La violación de Lucrecia” te conté que en TNT pasaban una buena peli a las 22 h
que Buonanotte iba a ser titular el domingo, que el pelado del Kiosco “el tano” me contó que la hija de la Colo estaba embarazada, que De La Rúa dijo que el PBI era el más alto en no sé cuánto tiempo, que la economía mejoraba y que — ¡guay! Que vamos pa’ potencia (aunque uno vea cada vez más pibes en la calle; qué sé yo), que Ortega volvió a River, que premiaron a un político honesto y…
te levantaste, volviste a escala de grises 8 (bits), me miraste en blanco y negro, abriste la puerta, saliste caminando hacia el Palio Adventure que te regaló tu viejo, encendiste el motor y te fuiste perdiendo en el silencio de la distancia.
Ni siquiera me invitaste a dar una vuelta.
Te fuiste pixelando.
te fuiste.