Si pudiera crear, creer, hacer alguna de las dos cosas, le agregaría a la sopa una medianoche de apio y perejil, iría perfumando mi falta de apetito con hervor de amanecer.
Si pudiera crear, y creer, haría goma de mascar con este ocio rumiante, me curaría mascando mis cumpleaños hasta que lleguen los pájaros. Y me quedaría a charlar con los pájaros de bueyes perdidos en vuelos rasantes. Haría cortinas con los árboles que plantó mi padre y las recogería todas las mañanas para ver la tierra y besaría la tierra y plantaría mis besos.
Si yo pudiera creer, crearía una lluvia torrencial y pasajera que haga correr por las alcantarillas mis ídolos de barro y con el barro de mis zapatillas haría un niño del Edén jugando en un charco.
Y me vendrías a ver, y me verías, con una peluca de chala de maiz, un diente de león atrapado en las pestañas y ya que vendrías, te invitaría a surcar conmigo, y los bueyes perdidos, un camino de viento que llegue hasta acá.
Si pudiera, si creyera, haría fuego con los leños de mi memoria, y andaría entre las brasas con un carro cartonero juntado suficiente material inflamable para mantener encendida mi fe tambaleante.
Y abriría los brazos esperando que se cumpla mi deseo y con los brazos abiertos en ese universo, crearía, lo que creo.