La educación siempre ha estado vinculada a “contenidos”, ahora, que esos contenidos devengan en
“saberes” en los alumnos, esa sea –otra- cuestión y ¿por qué?, porque hay una diferencia entre –
información y conocimiento-, una implica la información con datos, mientras, la otra involucre un
cambio en la “conciencia” de quien conoce porque ¡conoce!, entonces, ¿qué debe mediar en esa
persona-alumno para que tal contenido sea un saber?, que esté vinculado al desafío de lo real y así,
actúe conforme a ese desafío, superarlo o no, y es lo que legalice estar en posesión de un “saber”,
de lo contrario, los contenidos son solo informaciones y al -no ser- utilizados, tarde o temprano se
pierden.
Los contenidos a los que mencionamos son los del “secundario”, estamos ante un -enciclopedismo
devaluado- por el ¡sin sentido! que significa que se consuma información como parte de un sistema
ritualizado, sin posible cambio en las conciencias de los depositarios alumnos por estar ante
contenidos –válidos- para el “circuito cerrado” de lo educativo sin vinculación con lo real.
¿Corolario?, el “sopor” de los jóvenes experimentado en las aulas sea consecuencia de la
automatización por -copiar y repetir-, que los lleva a la alienación del -aprobar y la nota-, así, el
sentido de fondo de una escuela o colegio secundario en este país, sea ese, y posicione el “absurdo”
de entender que el derecho a la educación consista en -asistir a las escuelas- y no en el saber, el
elucidar, el crear.
Miren, tal es la –desorientación- de las autoridades en educación en este país, por creer que, con
mayor infraestructura edilicia y más obsequio de computadoras e incluso poner la I.A. a disposición
de los alumnos en las aulas, logren la relación “aprender-saber”, bueno, todo eso se revela inútil sin
el sentido de fondo que significa “asociar” contenidos y realidad, o la cabal pedagogía que solo
puede nacer por la “necesidad” del -propio necesitado-.
Para colmo, el sentido de lo disciplinario de escuelas y colegios secundarios del país poseen un
trasfondo coercitivo que las identifica con contextos policiales y castrenses, en estas se instala la –
obediencia debida-, y en las escuelas, con sus normas, directrices y jerarquías -lo disciplinario- es
domesticación y juste del alumnado a las jerarquías institucionales, algo iniciado en la ¡pirámide de
un ministerio!
Ahora, si piensa que el sistema -no reprime, asesina o mata- como lo hacen sus pares institucionales,
se habrá de equivocar, porque reprimen el “uf, la de matemáticas, la de literatura, noooo el de las
ciencias sociales y muchos de esos más” en los alumnos, torturen las mentes de los jóvenes por
poner a éstas, al servicio de una información que se revela absurda y por ello, ¡asesinen! a la
posibilidad de un cabal aprender.
Hay y se perpetua la “ceguera” conceptual acerca del rol transformador de los contenidos por los –
contenidos mismos-, bajo la forma de programas, incentivos, exámenes, proyectos y cuantas cosas
más, mera burocracia dando pie al oxímoron del oscurantismo en tal –iluminar-.
Un oscurantismo al servicio de la masificación del alumnado al –repetir-, ¡vaya con esto!, el alumno
se ve compelido a repetir para ¡no repetir! y a ese repetir, darle una cuantificación como
representación de un “saber” que oculta una verdad singular, su ignorar, ellos -no son- conscientes
que son los “ignorantes instruidos” del sistema educativo que considera a los contenidos como
saberes, claro, saberes en quienes lo construyeron y sin ese filtro de ¡lo real!, entonces, a estos
jóvenes al meterles en la cabeza mera información sufran sin saber “cabalmente” el engaño del –
gato por liebre-.
Tal –distancia- del sistema secundario educativo respecto a lo distinto, indecible, novedoso que
significa lo real, se nos muestra como un “simulacro” ¡más! en este país, o de -sombras por realidadtal como el inmenso Platón en la “alegoría de la caverna”, nos hubo de señalar.
Juan Oviedo