¿Qué es lo que caracteriza a la condición humana?, muchos dirán la “inteligencia”, otros, su autoconciencia y terceros, sus emociones, ahora, si debiéramos elegir a una de las variables citadas ¿con cuál te quedarías?, sin lugar a dudas que la animalidad heredada en términos de instintos la más peculiar, pero la más pertinente porque las emociones son herencia de esa animalidad y presente como “sede” de nuestras experiencias, ellas posean una fuerte representación de lo que “somos” y por lo tanto, nos llega, nos marca, nos moldea, así, un animal- está inscripto en la capas más profundas de nuestro cerebro, que dice, señala, concibe que el hombre -no es- un animal racional como se insiste tanto sino que ¡es! emocional y fuente de nuestras experiencias pivotando en lo que- somos- y determine lo que vivo y no tanto lo que “pienso”, una vivencia emparentada con las terminales nerviosas del cuerpo en -contenidos-, sucedan en un “alguien”, en un “sujeto” y en una “persona”.
Y eso lo saben los políticos porque sus discursos apelan a la parte profunda del cerebro y sede de lo emocional, por lo cual todo discurso que llegue a esa zona es por efecto de un ¡manipular! al militante, bueno, este ya está convencido, al partidario, aquí se debe trabajar un poco más y al simpatizante para que deje de serlo con “su” convencimiento de por medio, porque el dictado de sus ideas lo dicte la emoción y por ello se mantiene a “rajatabla” el relato, la disertación y continuar con la comunión trabajada sostenedora de ¡soy el partido y punto!, por el cual el animal queda preso de las consignas y banderas partidarias a las que dijo –elegir-, pero si su abuelo “es” y su papa también, el barrio en donde vive -la mayoría- es parte del mismo partido, entonces, ¿puede decir que ha elegido?, claro que no, pero el manipular le hará creer que ¡sí!, que ¡has elegido partidario mío!
¿Qué efecto busca el manipular?, ponerte cosas, ideas, imaginarios en el cerebro y para ello apele a tus sentimientos, ¿cuál es la estrategia preferida de los manipuladores?, la “victimización” porque ella despierta solidaridad, lástima, pena e identificación con la persona lastimada, ¿no ha notado usted que cuando le piden una “monedita” en la calle quien se la pide, un gesto de pena en su rostro se dibuja y la “pide” con un acento lastimoso?, nadie duda de su condición menesterosa como tampoco del “acting” que realiza, mire usted de cómo se ha utilizado políticamente a nivel mundial el –holocausto- por el gobierno de Israel que se llega a asociar al país con la “eterna” condición de víctimas, y disocie su condición victimaria-nazi-asesina del pueblo palestino.
Y usted dice, cree y cuanta afirmación más -que elige- pero vayamos en serio, ¿usted eligió nacer, eligió a sus padres y hermanos, nacer en tal país y su respectivo continente, al barrio donde paso su niñez y a la escuela primaria que fue?, y mientras crecía recibía millones de cosas, datos, información de todo tipo de las cuales -no es- consciente pero que no son “pasivas” sino que actúan, después, adolescente-adulto dice elegir, mire ¡no sigamos más!, solo haga un pequeño ejercicio, fundamente de por qué elige cualquier mínima e insignificante cosa, color, tipo de comida, serie de tv, de por qué le gusta algo etc., sea riguroso y llegue al “laberinto” del por qué de su porque, usted -no está- acá para elegir sino que es elegido juntos con otros, (masificado) y hacerle creer ¡que elige!, tal es el manipular, ¿la ruptura?, debe llegar al señalado laberinto ¿y después?, otro nuevo libertador recorra la tierra, pero no será usted si es militante.

Juan Oviedo