Con 38 años de vida, Edgar batista y su esposa y 5 chicos, viven de changas y salario universal, como muchas personas en nuestro país. Lo que les distingue es que además cobra 2300 pesos de tarjeta social que destina íntegramente a solventar un merendero donde 73 chicos y algunos adultos reciben comida, ropa y calzados.
«Tres meses antes de la campaña política comenzamos con el merendero por la necesidad de los chicos que veíamos y los adultos mayores, mi señora empezó a cobrar el salario universal y dijimos que ibamos a tratar de hacer algo por los chicos. Cuando yo cobré la tarjeta social de 2300 pesos decidimos que eso iba a ir directamente al merendero que está en Villa Vick», comentó el hombre, changarín y humilde pero de gran corazón.
Dijo que para ello «acondicioné un lugar al lado de mi casa, que tiene la base para una casa nuestra, porque nosotros tenemos una casa que hicimos junto a Techo y ahi le damos merienda dos veces a la semana. Le ofrecemos lo que podemos además de la leche o chocolatada o arroz con leche y pan, ropas, zapatos, abrigos, para el frio. Hay abuelos de 79 años que vienen de Villa Stemberg porque no tienen ayuda y no les alcanza y también tratamos de ayudar», mencionó.
Contrariamente a lo que el significado de su accionar puede significar explicó que » yo tengo un corazon muy débil y no puedo ver cómo los chicos tienen hambre o frio, se congestionan y enferman. Yo sé que podemos hacer algo, por más que saquemos de nuestra casa, algo podemos hacer, hay un ser superior que nos ve, no tenemos que pensar mucho para ayudar y eso hacemos. Nosotros los adultos podemos aguantar mas, pero los chicos no, los abuelos tampoco», expresó convencido.
Indicó que solicitó ayuda a la Municipalidad, que le otorgó leche y algo de mercaderías para la merienda durante la campaña politica, pero no logró aun ayuda para levantar su casa, tiene los materiales pero no para pagar la mano de obra. «Yo puedo hacer algo, pero no todo y no tengo para pagar más. El Párroco de la Iglesia San Antonio me ayuda con algo para que cuando llueve les lleve a sus casas para que cocinen ahi, porque nosotros no tenemos techo», contó.
«Mi señora y mi tia cocinan y yo solo trabajo en el fogon y hacemos juegos, son 73 chicos los que van, presenté la planilla a la Municipalidad y todo. Ojalá que el Dr Carlos Fernández me siga apoyando con las mercaderías, porque la necesidad existe, se palpa, por suerte tengo a varios comerciantes que me ayudan y me permiten seguir», dijo el hombre convencido de su accionar y de la necesidad que todos los dias ve..