• 20/04/2024 07:33

Múltiples Existencias: La dimensión de los espesos sentimientos. (De El Gurú del Caíco)

«Pero vivo con la esperanza de que estas memorias puedan de alguna manera, no sé como, llegar hasta el pensamiento de los seres humanos de alguna dimensión y puedan impulsar la Aparición de una raza de rebeldes que se nieguen a estar confinados en una dimensionalidad limitada». (Edwin A. Planilandia)

Estoy encerrada en la novena dimensión. Te lo advierto, porque sé que mi cuerpo habita las cuatro primeras en Oberá. Hay una quinta que no ves. Y la sexta, séptima y octava, están flotando entre la materia y la antimateria. Pero yo, la que soy yo en verdad estoy acá y tengo forma de luz.

Desde mi lejos te pido paciencia. Manejo lo que ves con una señal difusa. No siempre digo lo que quiero. No siempre percibo lo que ves. Lo que siento cambia de voces y las palabras le quedan chicas al pensamiento. Mientras tanto vos me ves perdida y flotando. Te lo juro, no es mi culpa tener esta existencia. Ese cuerpo que ves, es una cárcel sometida a la gravedad y el tiempo y el dolor de panza y lo que otros dicen que es. Tengo límites. Acá, en lo que ves no puedo sacudir mis alas de estática, ni remontarme al viento. No puedo brillar mis colores y aunque vos no creas veo tu cromática alma pero lejos. Desde acá te veo como no sos en realidad. Cuando ves lo que podes ver de mí, o sea esas cuatro paredes dimensionales y estoy callada, en realidad rugen las interferencias en la cabeza pegada al cuerpo. Cientos de voces se confunden y no sé cuál es la mía.

Te cuento que todos estamos encerrados en esa novena dimensión, todos tenemos forma de luz, pero no todos estamos brillando allá. En la novena dimensión te veo durmiendo, cada tanto te sacudís, cada tanto abrís los ojos pero tu mirada no esta lista para verte. Lo sé porque te vi mirarte con indiferencia y hasta con asco. Y es lo mejor. La insoportable existencia de todas las dimensiones se hace tangible, sos un sentir. Cuando estás triste emerge una sensación espesa en el pecho. La alegría es cinética. Los miedos gruñen adentro de tus ojos, y se interponen las voces y las visiones de todas partes.

Ahora estoy nadando en tristeza. Me inundó la garganta y los ojos, vertió de mí su líquido espeso y se hizo burbuja. Si estuvieses despierto en la novena dimensión, verías ese cuerpo mío caminando por Oberá dentro de un círculo de líquido, que se mueve lento a mi alrededor. La membrana que me recubre es de un brillo opaco y denso. Cuando atravieso una puerta se aplasta a mi alrededor hasta atravesarla.

Ya he intentado cortar la piel de la burbuja con los dientes y con cuchillos afilados en 3d. Pero ella sigue ahí indemne, chupándome las energías. La quinta dimensión, la de mi mente, sueña con una apnea de tristes colores. Para liberarme momentáneamente de la espesa sensación, camino bajo la lluvia hasta que se derrite el caparazón y drena el líquido triste afuera de mí. O escapo al monte a un arroyito para mojar las patas y dejar que se vaya un poquito de dolor y llorar piola. Por estas tres dimensiones ando, viendo el mundo con la tristeza pegoteada en la luz, manchando las cosas con el moco de los llantos y la sal de las lagrimas y la angustia cubriendo con una fina capa a las cosas, mientras me hablas del monotributo y rentas, mientras le contás a mi cuerpo de tu vecina y de autos y zapatillas. Y mando señales desde mi novena existencia para decir “ajam, ajam”

Ya he estado así, antes prefiero la Novena alegría. Pero Solo se sale de adentro para afuera de este huevo de amniótica tristeza. Los colores a través de esta piel se ven ásperos. Pero cuando rompes la membrana, la fina capa, los ojos se enceguecen de colores, la kinética alegría se te mete entre treguas y cátalas, desafinando canciones en la garganta y latidos de reague. Crece una cola de novena alegría que se sacude. Y vuelo sacudiendo las de luz alegre. Cuando camina el cuerpo por la calle y me veo ahí abajo concentrada en las baldosas, en no pisar las líneas, saludando a los perros que se acercan moviendo sus colas terrenales en son de paz con amistoso ladrido y le tiro una pelotita de novena textura, que ellos ven, y buscan y muerden porque tiene sabor dulce de imaginación.

De todo lo que no existe esta hecho esa dimensión, donde estoy despierta y encerrada, mandándole señales a todes para que despierten acá, y nos riamos allá en Oberá, tomando un tereré de cocú o un mate con yuyito, cantando “Here comes the sun”.