¿Te diste cuenta que siempre reaccionas igual?
Los mismos pensamientos
Las mismas emociones
Las mismas formas de reaccionar frente a la situación o personas
Las mismas actitudes
Recuerdo uno de esos días de crisis, cuando recién me divorcié donde tomé consciencia de mi lugar de víctima. Este concepto lo habíamos trabajado en coaching y obviamente que yo no me veía para nada así. Creía que me estaba haciendo responsable de mi vida y con eso bastaba.
Yo insisto con el poder de la mente. Ella se acostumbró a ciertas formas de pensar, de esos pensamientos, devienen emociones y por lo tanto las reacciones. Es como un programa o patrón, donde tu cuerpo sabe qué hacer según la orden que viene de arriba, es decir la mente.
Algo que aprendí es que durante mucho tiempo se creyó que la mente domina todo y en parte es verdad, pero también es cierto que, si intervenimos el cuerpo, éste puede hacer lo propio con la mente. Por lo tanto, si comienzo a hacer cosas diferentes la mente se termina acostumbrando y adopta esta nueva actividad, actitud o pensamiento, en un nuevo patrón de comportamiento, es decir, ya se automatizó y se grabó en mi esa nueva idea o acción.
El reto más grande para todos es educar nuestra mente. Hacer eso diferente y tener voluntad para seguir.
Las emociones solo están para darnos información. Es como ese botón del auto que te avisa que está faltando combustible. Nadie en su sano juicio va a desactivar ese botón en el auto, ya que le brinda información valiosa. De la misma manera, no podemos dejar de sentir y tener emociones. Lo que debemos aprender es a saber que hay detrás de esas actitudes o reacciones. ¿De dónde las aprendí? ¿De quién? ¿Quién actuaba así en mi familia? ¿Cómo me hace sentir seguir haciendo lo mismo?
No somos nuestras emociones. Pero nos volvemos adictos a ellas. ¿Cómo? Con nuestros pensamientos, porque seguimos pensando igual, porque no modificamos nuestras creencias de base, lo que nos hace comportarnos de una determinada manera. Por ej: si en mi casa siempre hablaban de la vida ajena, opinaban de los demás como dueños de la verdad yo voy a ser de la misma manera, porque lo prendí así, es lo que escuché durante toda mi vida. Entonces, mi creencia de base va a ser que los demás también me critican a mí y estoy muy pendiente del que dirán. Pero todo eso es aprendido. Por lo tanto, lo puedo desprogramar, buscando hacer cosas diferentes para modificarlo definitivamente. Siguiendo con el ejemplo, si me vienen con el chisme, le corto el tema y le digo que no me interesa saber. Es increíble, como se deja de tener conversaciones con las personas. Porque ya no seguimos alimentando ese tipo de comportamientos.
¿Si dejáramos de hablar de política o del gobierno, de qué hablarías?
¿Si dejáramos de hablar y criticar a los demás, de qué hablarías?
¿Si dejáramos de hablar del clima, de qué hablarías?
Lo que les invito en ésta nota, es a hacer algo. A moverte e involucrarte. A hacer tu parte. A hacerte responsable de tu vida.
Deja de tenerte lástima. Deja de pensar que no podés o que eso que te pasó tiene más peso que tu decisión de vivir la vida. Y observen el poder de las emociones, que, en ocasiones, destruyen nuestra vida con la depresión, tristeza, ataques de pánico, etc. Y todo por no saber qué hacer con ellas o con esas situaciones que nos sobrepasan o superan en algún momento.
No sigas alimentando tu tristeza, tus miedos. No sos tus emociones, lo único que te están diciendo es que tenés que aprender algo nuevo, que lo que hacías ya no te sirve y no te hace sentir bien. O ¿acaso te sentís bien quedarte siempre en el mismo lugar, peleando, puteando, gritando o callándote todo? Si me decís que sí, estás alimentando esas emociones en vos, quiere decir que no hiciste nada nuevo, solo estás repitiendo comportamientos aprendidos.
Cuando tomé consciencia de esto, es que comencé el trabajo duro, diario y más retador que tenemos las personas, que es ocuparnos de nosotros mismos y sobre todo reconocer que no somos perfectos o no tenemos la verdad. Detrás de esa idea de que somos perfectos hay una persona herida, buscando aprobación y no solo de los demás, sino de uno misma/o. Poder aceptar que somos humanos, que nos podemos equivocar, aprender y mejorar todos los días, nos aliviana la carga.
Creer que sabemos qué es mejor para los demás, habla de nuestro orgullo y soberbia. Habla de nuestra inconformidad con nosotros mismos, con no aceptarnos tal cual somos, etc. ¿Qué hay detrás de esos juicios? Lo hacemos, a veces consciente y otras inconsciente. Si le decimos a los demás todo lo que pensamos, sin mirar o tener en cuenta si la otra persona nos pidió nuestra opinión, le podemos generar más carga y preocupación que ayuda. Si las personas no están listas para darse cuenta, no entiende o no ve lo que le estamos mostrando puede llevarlas a mayor frustración.
Durante mucho tiempo actuaba de esa manera, con familiares, amigos o mis alumnos.
Cuando entendí que cada persona debe atravesar por diferentes desafíos para encontrarse con quién es en realidad o qué tipo de persona quiere SER, dejé de hacerlo. Yo no sé qué es lo correcto para los demás, no sé qué caminos debe transitar esa Alma para encontrase a sí misma. Por eso comparto lo que aprendí con la ayuda de las emociones. Lo hago abiertamente y quien quiera leer o compartir, ya es decisión de cada uno/a.
Así que mové el cu…., el cuerpo, ¿qué pensaste? ya sea bailando, viajando y conociendo otras culturas, yendo a aprender algo nuevo, a un taller, etc.
“La libertad tiene su precio. Que conquistes tus miedos”
Paula Vera
Docente-Coach
Instagram @Sentir._ok