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36° Aniversario de la Guerra de Malvinas, contada en primera persona

Abr 2, 2018

Veterano de guerra de Malvinas, como muchos otros, Alfredo Sequeira, actual Presidente de la Federación de Veteranos de guerra de Malvinas de Misiones, contó en primera persona cómo fue vivir esa lucha y qué recuerdos dejan de ser imborrables.
Desde hace unos años ciudadano radicado en Oberá, Mnes, Sequeira tiene momentos vívidos de aquel 2 de abril de 1982, cuando se movilizaron soldados de entre 18 y 20 años para cubrir puestos de combate y defender la Soberanía nacional. Con frío y hambre pero con mucha voluntad y ansias de defender la Patria lucharon hasta el cansancio.
“Nuestro ejército estaba compuesto por la Fuerza Aérea, la Armada Argentina de infantería de tierra y apoyo Naval. El Ejército con Infantería, artillería, blindados e ingenieros. Todos con gran apoyo logístico del continente, en municiones, alimentos, cocina de rancho y correspondencias de cartas y encomienda”, recordó Sequeira.
“La moral era alta en general, los días anteriores al bautismo de fuego- y primer ataque británico- fue muy esperado y el tiempo hizo su trabajo de sorprendernos trabajando, en plena acción, el fuego de bombas y metrallas, todo fue muy rápido”, sostuvo.
“Todos esperábamos ese día para luchar como jóvenes soldados dejando lo mejor por nuestras islas, La realidad-sin embargo- nos mostraba los daños por doquier, algunas bajas, traslados y gritos de los heridos, órdenes de continuar alerta a otro posible ataque, y seguir todos ayudando como podíamos”.
“El famoso click del trauma comenzó a aflorar, mientras seguían llegando más tropas desde el continente y más posiciones y trincheras en las islas se cavaban. Entre los días de pocos bombardeos de las fragatas inglesas, se acomodaba y mejorábamos en la medida de lo posible el lugar”, mencionó el Veterano.
“También escribíamos a nuestras familias y muchas cartas de alumnos primarios y secundarios llegaban a nuestras posiciones, dando fortaleza a nuestra moral, pero estábamos bien, no veíamos la hora de que vengan, sin miedo al enemigo”.
“Las fragatas de 15 km hacían que nuestro trabajo de abastecer posiciones y alimentarnos o descansar bien, se dificulte en aquellos días de Abril pero la moral seguía intacta”.
“En Mayo fueron más certeros los bombardeos y los aviones provocaban continuas alertas Rojas y ya no podíamos estar fuera de nuestras posiciones, mientras la tierra temblaba y el sonido atronador,  se escuchaba y se aproximaban a nuestras posiciones sin poder responder al fuego, por falta de cañones de largo alcance”
“Los gritos de Viva la Patria, anunciaba las bajas nombrando los apellidos con cada Grito de ..¡Viva la Patria!. La noche oscura y sin luna, compañera de adrenalina y recuerdos de nuestros jóvenes sueños, nos acercaban  cada vez más a Dios, pronunciado muchas veces por nuestras bocas”.
“Sin saber bien el por qué continuábamos defendiendo nuestras posiciones. Durante el día sin bombardeos, levantando los despojos, enterrando cuerpos, reparando posiciones y viendo los milagros que se producían antes nuestros ojos de cómo algunos salvaron sus vidas. Con el regreso, ese “milagro” de poder sobrevivir a tamaña guerra se transformó en una carga emotiva, que según los psiquiatras denomina, estrés postraumático, lo vivido en forma repentina en una guerra o una catástrofe”.
“Pero volviendo a los finales del mes de Mayo, la fuerza Aérea se convirtió en terror de los buques, si todas las bombas que les impactamos llegaban a explotar otra sería la realidad, aunque hoy pensamos las consecuencias para el país sería otra, pues atacarían el continente argentino”.
“En el mes de Junio, los buques averiados desembarcaron en playas a la vista nuestra. Como Radio operador adelantado debí informar a la plana mayor sobre el avistamiento enemigo de tropa y desembarco de armas y municiones. La orden fue entonces retroceder y silenciara la radio hasta la base sapo rojo hasta recibir directivas nuevas. Recostado, con la cara congelada y la llovizna como piedritas que pegaba en mi rostro regresamos luego los 5, que éramos grupo. En plena oscuridad, empapados y temerosos de pasar por las posiciones de primera línea argentina que podrían confundirnos con el enemigo”.
“Descansamos unos días abasteciéndonos en la ciudad del puerto, cercano al 10 de Junio, reforzaron todas las primeras líneas. Era inminente el combate cuerpo a cuerpo que se daría, las noticias eran fuertes: las posiciones se perdían el hambre y el frío intenso se hizo amigo nuestro, la barra de chocolate y el wiski eran sin dudas el mejor remedio”.
“A los guantes le sacábamos un dedo para poder disparar, sucios y malolientes, nada podíamos hacer más que reírnos de nosotros mismo. El 13 de Junio las balas trazantes ya iluminaba el cielo, y con los ojos muy atentos observaban semejante espectáculo. Hasta que las lluvia de impactos cayeron a nuestras posiciones. Fuego y gritos, hasta sapucay, cambio de cargadores, reponer proyectiles y  darte cuenta que 60 balas de un cargador no dura nada y que en la oscuridad, tenés que apuntar a donde los cañones de fusiles rojo te guían con sus trazantes”.
“Los impactos pegaban por todos lados, podías hasta escuchar los gemidos de los heridos, aguantar y seguir tirando, sólo fuego y fuego. No había tiempo para la distracción, poco a poco fueron cesando las metrallas hasta que otra vez el cielo se iluminó por las bengalas. Y de nuevo recargar y gritos, sapucay. Si podías mirar a tus lados, veías que al que antes lo cargaban, porque era gordito, narigón, cabezón, flaco, chiquito o alto, era el mejor combatiente y te estaba cuidando, luchando a tu lado, y orgullosos, morían por nuestra bandera”.
“Sin darnos cuentas la claridad anunciaba el 14 de Junio, el campo era un desastre se podía ver a los camilleros asistir a los que podían, soldados que transportaban al hombro a otros, los jefes con órdenes contundentes de recargar y mantener posiciones, hasta que de lejos un jet con bandera blanca pedía el cese de fuego y anunciaba que la Guerra terminaba”.
“Surgieron entonces los abrazos y gritos de ¡Viva la Patria!, ya todos fuera de sus posiciones ayudábamos con los heridos, camino a la ciudad y hospital. Recogimos con nuestro grupo a un infante con una esquirla en su omóplato, hasta que un unimog del ejército lo asistió. Ya en la ciudad, ante nuestra mirada de sorpresa, contenedores que estaban camuflados fueron abiertos y mostraban su tesoro: raciones de comidas que multitudes de soldados abrían como yo. Solo sacábamos el chocolate y el whisky”.
“Paso a paso, llegamos a la zona del puerto y a la casa del Gobernador, me impactó ver un soldado comer de la basura y a otro sentado en el cordón mojado, con el caño del fusil en su frente. Esas imágenes aún permanecen porque nada me animé a hacer entonces”.
“Dos  vehículos pedían  vía libre en el camino, uno con banderita argentina y otro la británica, la comitiva que pasó era del comandante Británico. Veo que  arman un mástil telescopio en el suelo, lo levantan  con una soga y arriar la bandera británica. Sentí un calor de vergüenza. Pregunté: ¿no era que terminó la guerra?. No- me dijeron-. Nos rendimos.  Cómo entender eso si estábamos luchando, ahora sé que la traición tiene olor a azufre para mí”.
“Los royal marins requisaban y hacían algunas preguntas a los soldados argentinos. Seguimos temerosos, continuamos más allá del hambre, seguimos a los demás y decidimos entregar nuestras armas en la gran montaña de las esquinas y nos colamos en la fila para embarcar un buque desconocido por nosotros. Luego me dijeron era el Canberra pero 20 años después, cuando me dieron el certificado de prisionero de guerra de la Cruz roja internacional, me enteré que regresé en otro buque- el Norland- y que había sido un  19 de Junio de 1982 a Rio Gallegos”.
“En ese buque, a los soldados argentinos nos desnudaban y fumigaban, luego, nos daban comida caliente. Lo que allí me sucedió quedó también en la Bitácora del buque. Me tocó juntos con muchos soldados descansar en una zona alfombrada, frente a nosotros había una especie de barra. En una escalera de dos descansos, había guardias apostados con ametralladoras Starling, con cargador curvo, que nos vigilaban. De pronto, un disparo se escuchó, los guardias corrieron, nos quitaron los correajes y cordones, sentí un ardor  en mi pie, lo muevo y noté líquido dentro del borceguí, cuando lo abro era sangre. Se les había escapado un tiro. Retiraron el proyectil en la enfermería y me curaron. Lo llamativo es que fui herido ya fuera de guerra.”
“El 2 de Abril es muy nuestro porque hasta el 14 de Junio recibimos cada minuto vivido, cada momento quedó en nuestras retinas. Fuimos fieles a la patria, presentamos batalla  más allá de nuestras inexperiencias y faltantes de municiones. Tanto, que los mismos ingleses nos respetan.
Eso es defender a la patria, cuando nos veas caminar como tu vecino por la ciudad, nos gustaría que nos saludaras y preguntaras, lo que quieras saber, para quizás, emocionarnos juntos”.
Entregamos nuestra juventud, el sueño de no poder ser lo que quisimos ser, por que no volví igual pero hoy mi orgullo está con ellos, los que no regresaron y por eso, cuento mi historia…y la de muchos ellos que no lo pueden hacer”.
Alfredo Sequeira
Presidente
Federación Veteranos Héroes de la Guerra de Malvinas Provincia de Misiones