El 21 de octubre se celebró el Día Mundial del Ahorro Energético, esta vez en un contexto que deja en evidencia la capacidad de la actividad humana para influenciar sobre la naturaleza, pero también que vínculo entre la salud de las personas y la salud del planeta es muy estrecho. Si bien la crisis por el COVID-19 ha generado graves impactos y consecuencias, también nos ofrece una oportunidad para “barajar y dar de vuelta”.
Mientras cada día se habla de la “nueva normalidad”, desde Vida Silvestre enfatizamos que el consumo responsable de energía es uno de los caminos a seguir para cambiar la forma en la que nos relacionamos con la naturaleza. Para un país en desarrollo como la Argentina, la disponibilidad de energía resulta estratégica. Sin embargo, cuando su generación y consumo no se realizan en forma responsable, las consecuencias afectan nuestras posibilidades de desarrollo y nuestro entorno natural.
El mundo cambió el 11 de marzo de 2020, cuando la Organización Mundial de la Salud declaró una pandemia al COVID-19. En un esfuerzo por restringir el contacto de la población con el virus y reducir su tasa de propagación, los gobiernos del mundo impusieron diferentes medidas como el aislamiento social, el estímulo del trabajo domiciliario o el cierre de las escuelas, que implicaron un cambio en la actividad humana con profundas consecuencias sociales y económicas. Además, entre los efectos provocados por estos cambios también se registró una menor demanda de energía, lo que a su vez redujo las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), causantes del cambio climático. Sin embargo, no puede dejarse de lado una serie de importantes preguntas: ¿Qué tan significativos son estos cambios? ¿Cuáles son las implicancias para otros ámbitos? ¿Se trata de una estrategia sostenible en el tiempo?
¿Qué dicen las emisiones?
Las políticas gubernamentales durante la pandemia de COVID-19 alteraron drásticamente los patrones de demanda de energía en todo el mundo. Según una evaluación realizada por la Agencia Internacional de la Energía, se estima una reducción en la demanda mundial de energía del 5% para finales del 2020: particularmente, se estima una caída del 8%, 7% y 3%, en el consumo de petróleo, carbón y gas natural respectivamente. Luego, considerando el gran peso relativo de los combustibles fósiles dentro de la matriz energética, es de esperar un fuerte vínculo entre los cambios de las emisiones globales y la reducción forzada den la demanda ed energía. Se calcula que las emisiones mundiales diarias de dióxido de carbono (CO2) disminuyeron en promedio un -17% (entre -11 a -25%) a principios de abril de 2020, en comparación con los niveles medios de 2019: las emisiones globales del transporte terrestre se redujeron en un –36%, representando la mayor contribución al cambio total. En el sector industrial las emisiones se redujeron un –19%, mientras que en el sector eléctrico, las emisiones cayeron un –7,4%. Por otra parte, se produjo un pequeño crecimiento del +2.8% en las emisiones globales del sector residencial.
En principio esto podría ser positivo, pues para lograr un futuro donde el aumento de la temperatura media global sea menor a 2°C, de acuerdo a los compromisos asumidos en el acuerdo de París, es necesario bajar a cero las emisiones globales netas de CO2 para el año 2050. No obstante, un informe en Nature Climate Change indica que aunque la disminución en 2020 no tiene precedentes, tan sólo permitió alcanzar los niveles de emisiones diarias del 2006. Además, la mayoría de las acciones que permitieron esta disminución son reflejo de una situación extraordinaria y no de cambios estructurales de los sistemas productivos o económicos. Entonces, aunque el aislamiento social preventivo y obligatorio redujo la tasa de emisiones, la disminución de la actividad humana no es una estrategia sustentable, ya que tiene fuertes repercusiones negativas sobre la economía y bienestar social.
La reducción en la actividad humana producto de la pandemia permite que nos posicionemos en un punto de partida atípico, con menores emisiones de CO2 diarias a las esperadas para la fecha (en comparación con proyecciones pasadas). Sin embargo, se requiere de un esfuerzo prolongado en el tiempo para que este cambio sea significativo, puesto que los aumentos de la temperatura global no dependen únicamente de las emisiones de los últimos años, sino de la concentración de los gases de efecto invernadero durante largos periodos.
No hay una única historia acerca del futuro. Depende de decisiones consensuadas entre todos los sectores de la sociedad, que tienen la posibilidad y la obligación de participar en la optimización de nuestras formas de consumo.
¡Un futuro sustentable es posible!
Una disminución de los gases de efecto invernadero representa sin dudas un avance en la lucha contra el cambio climático, pero tan solo es el inicio del camino: tarde o temprano los países iniciarán un proceso de recuperación económica y productiva, pero eso no debería hacerse a cualquier costo. Las medidas y políticas que se adopten, impactarán fuertemente en las futuras emisiones de CO2, y serán determinantes a la hora de evaluar el cumplimento de los objetivos del Acuerdo de París. Para lograr un futuro sustentable se requieren cambios estructurales que permitan una fuerte reducción de las emisiones, con la posibilidad de sostenerse en el tiempo, y contemplando las dimensiones socioambientales.
En la Argentina, el potencial de ahorro energético es muy grande, y sigue sin ser aprovechado. De acuerdo a un informe técnico de Vida Silvestre, el potencial de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para los próximos años es de un 30% – 48%: una parte importante de este potencial de ahorro se encuentra en el sector residencial y en el sector comercial/público.
Con medidas de eficiencia energética, se podrían alcanzar nuevos paradigmas para estos dos sectores que ya mostraron variaciones en su consumo y que en nuestro país concentran el 62% del potencial de ahorro de energía eléctrica: Carlos Tanides, Coordinador del Programa Ciudades, Clima y Energía de Vida Silvestre, destacó que “si vemos los números, hubo una reducción del consumo en todos los sectores salvo en el residencial. Por eso es importante la reducción del consumo en los hogares. La eficiencia energética es una gran oportunidad para ello”. El portal TopTen Argentina, impulsado por Vida Silvestre, es una de las iniciativas que proponemos para que los consumidores puedan elegir de manera consciente e informada acerca de cómo usan y cómo pueden ahorrar energía. Esta plataforma digital también permite conocer cuáles son los artefactos más eficientes que se consiguen en el mercado argentino.
El uso racional y eficiente de la energía se presenta como una de las líneas de acción con mayor potencial para reducir emisiones, puesto que la producción de energía suele representar más del 50% de las emisiones de GEI en los inventarios nacionales. La eficiencia energética no busca dejar de realizar determinadas actividades para evitar el consumo de energía, sino que su objetivo es utilizar la energía de la forma más económica, segura y limpia posible.
Fundación Vida Silvestre Argentina