¿Te sentís cada vez mejor con vos misma/o y los demás?
¿Cada vez juzgas menos las acciones de los demás?
¿Comenzás a ver Amor y felicidad en los detalles más mínimos de tu día?
¿Te sentís acompañado de esa Energía de Amor?
En estos momentos, me rindo a esa energía que me y nos contiene a todos, a que me guíe en lo que voy a compartir con ustedes hoy.
Me parece importante profundizar o abarcar otros aspectos en relación a este tema del estado de Ser o nuestra parte espiritual. Que como les mencioné no tiene que ver con alguna religión sino con lo que considero que estamos hechos TODOS.
Cuando era chica, como la mayoría de nosotros nacimos en una familia que profesaba un credo. Íbamos a misa, mi papá y mamá siempre colaboración en las comisiones tanto de la iglesia como en la escuela y colegio, ahora siguen estando en la comisión del PAMI. De ellos aprendí a ser solidaria, a ver las necesidades de las personas. De ellos aprendí a DAR y a compartir, ellos lo hacían con lo que tenían, siempre se disfrutaba de comidas con la familia y amigos y como siempre les digo, nuestras familias también tienen muchas cosas lindas de las cuales rescato y pongo en práctica en mi vida.
En la época de mi niñez, escuchaba sobre diferentes religiones y como cada una de ellas hacía cosas diferentes, recuerdo que tenía una compañera que rezaba el padre nuestro un poco más largo del que yo conocía, cuando bendecíamos la comida. En esa época había ¡¡comida y postre!! En la escuela, frutas o dulce de batata o membrillo…perdón, me fui de tema, pero que maravillosos tiempos.
Volviendo al tema de hoy, cuando falleció mi hermano de 16 años de un ataque al corazón, durante mucho tiempo estuve enojada con DIOS, con ese Dios que me construí y que pensé que estaba fuera de mí, pensé que era alguien que me juzgaba y estaba tomando notas de las puteadas que le decía mentalmente. En esos momentos no me importaba quererlo si me iba a hacer daño o a la gente que amo, no podía creer lo que pasó con mi hermano.
Entonces, ese enojo se convirtió en resentimiento, y estas emociones son las que nos alejan de nuestra esencia que es el Amor. Y hasta no hace muchos años atrás, cuando me divorcié, también le putee, otra vez me dejaba sola, otra vez estaba sufriendo y él o ella, -eso es algo que me pregunto, ¿ por qué DIOS es en masculino y no en femenino, o ambos?, bueno yo me cuestiono las cosas-, y todo es perfecto porque a través de ese sufrimiento fui experimentando lo que no soy, esa experiencias que viví me fueron mostrando que esa persona no era yo, sino que el miedo, el enojo, la tristeza son una percepción de la realidad, solo un aspecto de ella. Si no hubiera pasado por ese dolor, no estaría hoy escribiendo de esos momentos como aprendizajes en mi vida. Ese dolor, fue el que me impulso a buscar ayuda y salir de las patrones mentales profundos y arraigados que estaban en mi vida. Además, entender que hay cuestiones fuera de mi alcance y comprensión, no tener control de lo que pasa, eso da miedo y por lo tanto me resistía a aceptar. De ahí mi dolor.
Esa esencia Divina y de AMOR, siempre está, nosotros humanizamos esa figura y le atribuimos maneras de pensar cómo hacemos los humanos. Pero esa consciencia de UNIDAD y de Amor, lejos está de los comportamientos que tenemos los humanos.
Para que comprendan lo que les digo, cuando somos mamás o papás, no nos enojamos o juzgamos a nuestros hijos si se equivocan o cometen un error, porque son chicos y es habitual que los cometan, imagínense esa energía de Amor, que lejos estamos de comprender su magnitud y poder encuadrarla a una idea. ¿Acaso se tiene una sola definición del Amor? ¿Cuántos poetas, músicos, actores buscaron definir el Amor? Y el AMOR ES. Así de simple y complejo a la vez, sin etiquetas ni condiciones, ES.
En mis adentros decía, ¿cómo ese Ser maravilloso me va a querer con todo lo que le dije y pensé de El/Ella? El primer libro que me acercó a mi reconciliación con ese Dios de Amor fue “La destrucción del Universo” y luego la trilogía de “Conversaciones con Dios”, cuanto lloré. Y lloré por muchas cosas que decían ahí, porque por fin encontré a ese Dios que yo sabía que existía y que no lo había encontrado en otro lugar fuera de mi sino dentro mío, tengo línea directa con esa energía, que me guía y acompaña siempre.
Yo sé que cada persona tiene su creencia y experiencias, las respeto, solo les comparto mi sentir, mis experiencias, no busco que hagan lo que yo hago, porque para bien o para mal, Paula, como quien les escribe, hay una sola, mi lugar ya está ocupado. Lo que busco es que te animes a adentrarte en esos lugares que te da miedo. Recordá, que el miedo es solo una percepción de la realidad, no lo es todo, solo que cómo estamos tan sobre adaptados y enfocados en lo negativo por una cuestión de supervivencia, no podemos ver la belleza de las diferentes situaciones en la vida.
Una persona una vez me dije, yo te enseñé un montón de cosas, y ahora vos estás mejor que yo. La diferencia es que yo seguí aprendiendo de mí, me lo tomo como un proceso y no solo por un tiempo para no volver a recaer en conductas dañinas. Me hice responsable de mi vida. Y muchas veces ver bien a los demás nos molesta, porque nos hacen de espejo, algo nos muestran que no estamos haciendo y nos incomoda porque queremos estar ahí pero no hacemos nada diferente en nuestra vida, “queremos las cosas sin esfuerzo”. Y en verdad, no necesitamos esforzarnos para tener algo porque nuestra naturaleza es de abundancia, pero debido a nuestra programación de esas costumbres y creencias arraigadas en nuestra mente, ese es el esfuerzo al que me refiero que debemos hacer para logara el estado de armonía en nuestro Ser. Desaprender lo aprendido, para conectar con lo que verdaderamente somos.
Si de niños, no nos hubieran metido el miedo, nos hubieran acompañado y alentado en nuestras decisiones, hoy no tendríamos que pasar por estas situaciones de desaprender. Hoy en día hay muchas familias, que tomaron consciencia de la responsabilidad que implica criar un hijo/a, ya les educan y hablan desde otro lugar. Es verdad eso que dicen que, cada hijo de una misma madre, ella se comporta diferente con cada uno debido a las experiencias que ella vivió. Anoche hablábamos con mi hijo, yo no soy ni cerca la mamá que era hace 16 años atrás.
Cuando conectamos, aunque sea un ratito con esa energía de Amor que habita en nuestro interior, es adictivo. Sentís tanta paz y plenitud que querés volver una y otra vez ahí. Me pasa con las meditaciones. Es algo que lo incorporé a mi vida, me ayuda a adentrarme en mi interior, romper esas estructuras limitantes y profundizar en lo que está guardado, ya sea en forma de dolor o un nuevo descubrimiento de algún aspecto hermoso de mi Ser. Porque somos eso, dualidad, ambos lados coexisten en nuestro interior. No es que solo soy buena o mala, soy consciente de los otros aspectos en mí y los estoy integrando a mi vida.
Una de las cosas que nos sucede a las personas, es creer que estamos separados de los demás, – dicen que ese es el pecado original-, creer que estamos separados. Y cuando empezamos a adentrarnos en este mundo espiritual, caemos, nuevamente por las mañas de nuestra mente, en creernos mejores o superiores que los demás.
Tomar consciencia implica mucha responsabilidad, porque ya sabés que todo lo que das y decís, vuelve a vos, no por castigo, sino que el verdadero desafío como humanidad, es aprender a vivir en AMOR y respeto por los procesos de vida de cada persona.
Uno de los libros que me ayudó a entender y dejar de juzgar la vida ajena, -aclaro tengo la teoría, sigo desaprendiendo la idea de creer que tengo la verdad-, se llama “El plan de tu Alma”, ese libro me llevó a comprender que cada ser humano que viene al mundo tiene sus propios procesos y desafíos, y lo que yo puedo considerar como algo malo, en realidad es lo que esa persona necesita transitar y experimentar para poder aprender y acercarse al Amor. Recuerden la frase “primero tengo se experimentar lo que no soy, para saber quién soy en realidad. Nadie es igual después de haber vivido una experiencia, solo así se sabe o por lo menos nos acercamos a lo que las personas pueden estar sintiendo. Eso nos conecta con la empatía, con el AMOR y comprensión del dolor ajeno.
Como verán el camino de encontrarnos con lo que verdaderamente somos, es un camino de ida, por lo menos así lo veo yo, cada día me voy encontrando con aspectos hermosos en mí y cada vez me doy cuenta más rápido, de mis patrones erróneos por decirlos de una manera, de lo que debo desaprender e integrar.
Estos días una persona me contaba sobre una experiencia, me dice: “me dijeron que soy inútil”, que no lo voy a lograr, y estas palabras solo pueden hacer mella en nosotros cuando no nos conocemos, cuando no nos permitirnos ser perfectos y cumplir con ciertos estándares, venimos a vivir nuestra vida y tener nuestras experiencias y en ese transitar podemos ir juntos o separados, pero eso no quiere decir que un camino sea mejor que otro, simplemente es diferente. Hay que convivir con lo diferente, hay que aprender de lo diferente, hay que respetar “lo diferente”, ese es el desafío del despertar espiritual del que tanto se habla hoy en día. El desafío es aplicarlo y vivir desde ese lugar, no te hacés una idea de todo lo que empezás a ver de vos mismo/a, cuando comenzas a ver desde otro lugar.
¿Si no soy quién creo que soy, quién soy en realidad? Eso es lo que da miedo, ahí no hay nada definido. La dirección la das vos y para eso se necesita ser muy valiente y elegir la vida que querés ir construyendo y no ser uno más del montón.
Lo que haces como hábito,
te hace dependiente porque te lo han programado.
Sólo lo que surge de dentro es tuyo y te hace libre.
¡Desprográmate! Anthony De Mello
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Paula Vera
Docente-Coach
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