Nos ayuda a tener la energía para hacer algo nuevo
Nos ayuda a estar atentos y disponibles en el momento
Nos ayuda a regularnos emocionalmente
Nos da más entusiasmo y sobrellevar la incertidumbre
Nos invita a revisar nuestras acciones y pasos a seguir
Nos brinda información de cómo nos sentimos en el momento
Vivimos en una sociedad donde muchas cosas son blanco o negro o bueno o malo. No nos detenemos a analizar para que están ciertas cosas en nuestra vida.
Nuestro cuerpo y biología son tan sabios, que en muchos casos nos ayudan sin que nosotros lo sepamos. Nos defiende de situaciones que sin pensarlo salimos ilesos. Y esto se debe a que nuestro cerebro fue evolucionando y hay partes de él, que están más activas y atentas que otras. Como es el caso del cerebro reptiliano, el más antiguo y que compartimos con los animales. Este es el encargado de decirnos cuando tenemos sed, cuando queremos ir al baño, cuando tenemos hambre, cuando tenemos frío, se encarga de nuestra respiración, presión arterial, etc. Todo sin que estemos conscientes de esto.
Por otro lado, está el cerebro límbico, encargado de guardar todas nuestras experiencias y las “pega o guarda en nuestra memoria” a través de lo que sentimos cuando vivimos esas experiencias de vida, es decir cuando nos emocionamos.
Luego está el cerebro más nuevo y full, que tenemos como seres humanos. El neo-córtex. Éste es el que nos hace portar bien como les digo a mis alumnos. Nos permite reflexionar sobre nuestros actos, revisar y mejorar conductas, planificar, postergar algo para un bien mayor, crear, imaginar, desarrollar nuestra intuición, etc.-
Todos ellos están en sincronía, trabajan juntos. Pero dependiendo de lo que nos sucede en la vida y cuanto hayamos fortalecido éste último, -neo-córtex, es cómo responderemos frente a la situación.
Siempre me preguntaba, ¿por qué reacciono “mal” frente a determinadas cosas, personas o situaciones? ¿por qué cuando estoy tranquila se lo que quiero y puedo pensar mi respuesta? ¿por qué no puedo “controlar mis emociones”, especialmente el enojo o la rabia?
Como les conté antes, nuestros cerebros se fueron desarrollando a través de los siglos. Todavía están guardadas en nosotros esas respuestas dela pre-historia, todavía tenemos ese cerebro que cómo les dije, nos ayuda a tomar decisiones rápidas para protegernos de algún peligro. Y por lo tanto, son los más antiguos, -el reptiliano y el límbico.
¿Qué sucede cuando hay estrés?
Cuando algo me estresa, esa parte racional se desactiva, debido a que toman el mando lo emocional y lo reptiliano, neutras partes más viejas. De ahí salen las conductas y patrones que ya están programados en nosotros. Lo que heredamos e inconscientemente seguimos repitiendo.
Cuando se habla de gestión emocional, se refiere a fortalecer la parte del neo-córtex, para no seguir reaccionando sino responder de manera más saludable para nosotros mismos, por todo lo que implican en nuestro cuerpo las emociones.
El estrés, no siempre es malo. Lo malo es que se vaya acumulando en nosotros. Ya les dije que cuando sentimos emociones, en nuestro cuerpo se disparan sustancias que nos ayudan a adaptarnos a la realidad. Por ejemplo: en el caso del estrés la adrenalina y el cortisol, nos activan. Pero como todo exceso, a la larga no nos hace bien. Es decir, que, si todos los días sufro estrés por no poder responder de manera eficiente los estímulos externos a mí, – problemas en el trabajo, con la pareja, hijos, etc. Éstos componentes químicos se acumulan en nosotros generando un estrés crónico, que nos da como resultado el no resolver los problemas de manera adecuada.
¿Qué nos produce estrés? ¿qué no estoy pudiendo manejar en mi vida? ¿qué me falta aprender o entender para sentirme mejor?
En muchas ocasiones, no sabemos cómo poner límites a los demás, no podemos decir que NO, no queremos reconocer que no sabemos cómo hacerlo, sentimos culpa por no ayudar a los demás y elegir nuestra paz mental, etc. Todos estos pensamientos tienen como base al enojo. No estamos haciendo caso a los mensajes que nos está dando ésta emoción que está diciendo que tenés que aprender a poner límites, a que podés expresar lo que sentís y priorizarte, aunque a algunas personas les pueda molestar.
También puede ser el miedo. Que aparece cuando sentimos que los estímulos o desafíos externos nos superan. Cuando sentimos que no sabemos o tenemos los recursos para afrontar esa situación. Ej: presentar un nuevo proyecto en el trabajo; hablar frente a un grupo de personas, cuando tengo que poner límites a alguien y tengo miedo a que se enoje, etc.
Las emociones nos ayudan a tomar decisiones. Y te llevan a salir de tu zona cómoda. No esperes que todo el mundo te entienda cuando te expresas. No esperes o, mejor dicho, no te hagas responsable de lo que los demás sientan cuando les estas poniendo límites y le estás diciendo cómo te sentís. Generalmente, las personas se molestan, porque ya no somos consecuentes con sus comportamientos e indirectamente les estamos invitando a cambiar y modificar su actitud con nosotros. Eso es lo que molesta. Les mostramos aspectos que tal vez no ven o no quieren cambiar. De ahí la importancia de decir lo que nos pasa o cómo nos sentimos, sin exigir que los demás cambien. Ellos sabrán que hacer. Si son personas que nos quieren y nos respetan, sabrán respetar y aceptar nuestra mirada. Expresarte libremente con respeto y honestidad a lo que sentís, también es un buen filtro para saber qué tipo de personas te rodean. Si realmente quieren estar y compartir con vos o solamente se están aprovechado de lo que les das.
Una alumna, una vez me dijo, estoy cansada de escuchar a los demás. A mí nadie me escucha y comprende. Le dije que ponga límites y me dijo: es que tengo miedo a que piensen que nos los quiero o que no me importa lo que les pasa. Otra vez esa ambivalencia, todo o nada. Siempre o nunca.
No somos robot. No siempre estamos bien y disponibles. A veces necesitamos un espacio para entendernos a nosotros mismos y eso no significa que nunca más estaremos disponibles para los demás. No podemos dar lo que no somos. Si estamos rotos, tampoco esteremos al cien por cien para los demás. A veces tomar distancia, también es un acto de amor a los demás. Porque esteremos mejor preparados para escucharlos.
Paula Vera
Docente-Coach
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