De acuerdo con datos del Informe Planeta Vivo 2024 publicado por WWF – organización que Fundación Vida Silvestre Argentina representa en nuestro país- el tamaño promedio de las poblaciones de vida silvestre monitoreadas* sufrieron una catastrófica caída del 73% en tan solo 50 años (1970-2020). El informe advierte que, a medida que el planeta se acerca a puntos de inflexión peligrosos que plantean graves amenazas para la humanidad, será necesario poner en práctica un enorme esfuerzo colectivo durante los próximos cinco años, para abordar la doble crisis climática y de la naturaleza que enfrenta la humanidad.
El Índice Planeta Vivo (IPV), que proporciona la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL, por sus siglas en inglés), analiza casi 35.000 tendencias poblacionales de 5.495 especies entre 1970 y 2020. Las caídas más fuertes se dan en los ecosistemas de agua dulce (-85%), seguido de los terrestres (-69%) y los marinos (-56%), destacando la pérdida continua de poblaciones de vida silvestre a nivel mundial. La pérdida y degradación de hábitats, causadas principalmente por nuestro sistema alimentario, son la amenaza que más se reporta para las poblaciones de vida silvestre en todo el mundo, seguida de la sobreexplotación, las especies invasoras y las enfermedades. El cambio climático es una amenaza adicional en particular para las poblaciones de vida silvestre en América Latina y el Caribe, que registraron una disminución promedio del 95%, confirmando nuevamente el registro con el declive regional más alto.
El declive de biodiversidad puede significar el aviso de una alerta temprana para un creciente riesgo de extinción y la posible pérdida de ecosistemas saludables. Cuando los ecosistemas sufren daños, pueden volverse más vulnerables a los puntos de inflexión, es decir pasar a un umbral crítico que ocasione cambios sustanciales y potencialmente irreversibles. Posibles puntos de inflexión a nivel global, como el retroceso de la selva amazónica y la muerte masiva de arrecifes de coral, tendrían consecuencias mucho más allá de las proximidades donde se encuentran y afectarían la seguridad alimentaria y las fuentes de sustento de las personas.
Kirsten Schuijt, directora general de WWF Internacional, afirmó: “La naturaleza está pidiendo auxilio. Las crisis vinculadas de la pérdida de la naturaleza y el cambio climático están empujando a la vida silvestre y a los ecosistemas más allá de sus límites, con puntos de inflexión peligrosos que a nivel global amenazan con dañar los sistemas de soporte vital de la Tierra y desestabilizar las sociedades. Las consecuencias catastróficas de la pérdida de algunos de nuestros ecosistemas más preciados, como la selva amazónica y los arrecifes de coral, serían sentidas por las personas y la naturaleza en todo el mundo”.
Algunas de las poblaciones de especies evaluadas en el IPV incluyen a las tortugas carey, que han sufrido una caída del 57% en el número de hembras anidadoras entre 1990 y 2018 en la isla Milman, en la Gran Barrera de Coral en Australia. También se revela que la población del delfín rosado del Amazonas (boto) disminuyó un 65%, mientras que la del delfín tucuxi, más pequeño, se redujo un 75% entre 1994 y 2016 en la reserva Mamirauá en Amazonas, Brasil. Además, más de 330 delfines de río murieron en solo dos lagos durante un período de calor extremo y sequía en 2023.
En relación con el informe y en clave local, Manuel Jaramillo, director general de Vida Silvestre, reflexionó: “Se implementa la mejor ciencia disponible, la colaboración con diferentes grupos científicos, se analizan informaciones que están disponibles a nivel macro para poder hacer análisis regionales y globales, y lamentablemente no hay ninguna región del globo que se destaque por su mayo compromiso con la conservación. Argentina no escapa a eso: tenemos una pérdida de bosque nativos, una complicación fuerte con las especies amenazadas, una sobreexplotación de nuestro mar argentino que también genera impactos y que podrían mejorarse si se diera una política más apropiada. Situaciones que complican en un país federal, cuando las jurisdicciones provinciales no tienen los recursos o las capacidades necesarias para administrar los servicios naturales y el estado nacional, lejos de anunciar un aumento en la eficiencia de la gestión, indica una futura ausencia y un estado que se va a estar retirando de los roles que la constitución le manda, entre ellos el de asegurar un ambiente sano y equilibrado para todos los argentinos».
Compromisos necesarios: de la palabra a la acción
Los países ya han acordado objetivos globales ambiciosos para detener y revertir la pérdida de la naturaleza (Marco Global de Biodiversidad), limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 ºC (Acuerdo de París) y erradicar la pobreza (Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU). Pero el Informe Planeta Vivo demuestra que los compromisos nacionales y las acciones sobre el terreno todavía están muy lejos de lo que se necesita para cumplir los objetivos planteados para 2030 y evitar puntos de inflexión peligrosos.
Kirsten Schuijt indicó: “Aunque la situación es desesperada, todavía no hemos superado el punto de no retorno. Contamos con acuerdos y soluciones globales para encaminar a la naturaleza hacia la recuperación al 2030, pero hasta ahora el progreso ha sido poco en la ejecución y falta un sentido de urgencia. Las decisiones que se tomen y las acciones que se emprendan durante los próximos cinco años serán cruciales para el futuro de la vida en la Tierra. El poder −y la oportunidad− de cambiar la trayectoria actual están en nuestras manos. Podemos restaurar nuestro planeta vivo si actuamos ahora”.
Las cumbres internacionales sobre biodiversidad y clima que se celebran este año (COP16 y COP29) son una oportunidad para que los países estén a la altura del desafío. WWF hace un llamado a los gobiernos, para que elaboren e implementen planes nacionales sobre naturaleza y clima que sean más ambiciosos y que incluyan medidas para reducir el consumo excesivo a nivel global, detener y revertir la pérdida de biodiversidad, y reducir las emisiones de manera equitativa. Tanto los gobiernos como las empresas deben actuar para eliminar rápidamente las actividades que tienen efectos negativos sobre la biodiversidad y el clima, y redirigir el financiamiento de prácticas nocivas hacia actividades que permitan alcanzar los objetivos globales.
En este sentido, Jaramillo reforzó que “como cada dos años, el Informe Planeta Vivo nos vuelve a recordar la enorme crisis de biodiversidad, de contaminación y climática en la cual nos encontramos, lo que se ve reflejado en los informes cuantitativos que se realizan desde hace 50 años y que monitorean la densidad poblacional de diferentes grupos de especies, demostrando su decadencia en cada informe. Los números son similares en comparación con el informe anterior, pero nos deja en claro que las acciones que se están encaminando para la protección de la biodiversidad y el efecto negativo del cambio climático no están siendo suficientes. Deja claro también que esta tendencia tiende a empeorar y también plantea cómo la perdida de la biodiversidad afecta a las personas, a las actividades humanas y a la producción en general, llamándonos a una profunda reflexión.»