*(Por José Luis Martinez). Sabido es que la política de autodefine desde sus actores como el arte de lo posible, o al menos, tratan de hacernos creer esa definición dejando de lado todo análisis lógico – coherente posible, pero hablando con propiedad, la política es la ciencia que trata todo lo relativo a la estructuración de un gobierno, a la administración y organización de la sociedad y básicamente a las acciones del estado.
Partiendo desde esta concepción científica de la política, la correcta por así decirlo, se puede inferir que la definición más palpable sería aquella que nos indica que la misma, está dada por el conjunto de acciones realizadas por una conducción representativa hacia un grupo de personas búscando el bien común, con medidas que abarquen a todos o, en su defecto a la llamada “inmensa mayoría”.
Ahora bien, en el terreno intermedio entre lo esperable y lo realizado se pueden encontrar incongruencias, contradicciones e imparcialidades notorias.
El punto de partida de todo análisis social será la percepción de la realidad, es decir, como ve el común de las personas a ese conjunto de medidas y acciones que se toman y ejecutan para la evolución de esa sociedad. Cuando lo percibido se ubica en un lugar muy distante de lo esperado, cuando la realidad se presenta casi en el polo contrario a lo que se había pregonado, el arte de lo posible como definición popular de la política, se desploma de manera estrepitosa.
Ahí comienza a verse al rey sin ropas del cuento de Anderssen que decía hace casi 200 años: “no tiene por qué ser verdad, lo que todo el mundo piensa que es verdad”. Así se plantea metafóricamente la realidad del país en estos momentos donde se alaban hechos, acciones, medidas y demás manifestaciones desde el gobierno nacional con anuncios espectaculares y en muchos casos increíbles, mientras se disparan los números de la pobreza, del desempleo, mientras siguen los aumentos y el cierre de empresas. La vieja ecuación mentir + repetir = creer, se convirtió en una política de estado arrastrando a la población a padecimientos muy crudos con números que no cierran por ningún lado y además, escuchando el anuncio de la creación de un ente que proteja los derechos humanos de los agentes de seguridad, hecho que cuesta creer y que es el ejemplo más gráfico de estos días.
El rey camina desnudo por la calle y no se puede objetar ni criticar su aspecto, no hay espacio para preguntas difíciles o complicadas, no hay grandes posibilidades de acercarse al rey tampoco mientras transmite en cadena nacional y mucha gente solo repite cosas sobre su aspecto sin haberlo visto jamás.
De todas las crisis que atravesó el país, una de las más dañinas fue la crisis de participación social que provocó bajas en los niveles de involucramiento de los miembros de la sociedad, permitiendo indirectamente, el surgimiento de gobiernos con carta franca para pregonar en campaña medidas milagrosas que no se realizarán en el ejercicio de sus mandatos.
El rey está desnudo y a la vista de todos, las medidas de gobierno van en detrimento de cualquier estado de bienestar y profundizan los daños y las asimetrías y se acerca el momento de reafirmar o cambiar reinados. Habrá que afinar la mirada, pensar con mayor claridad que modelo de país pretendemos tener y actuar en consecuencia, o el Rey (o Reina) seguirá caminando desnudo sin que nos demos cuenta –
*(Periodista, docente)