Si bien son dos de los platos tradicionales de la región, muy consumidos en Semana Santa, estos alimentos se disfrutan todo el año en nuestra zona y es muy común conseguirlos en muchos comercios e incluso en ofertas de vendedores ambulantes o callejeros.
La chipa es la más antigua de las dos ya que existen registros de la época de los Jesuitas -1609 1767- que cuentan las costumbres guaraníes y entre ellas la cocción de panes y tortas hechas a base de mandioca. Los jesuitas implantaron la ganadería en sus reducciones y de allí surgieron nuevos productos como la carne, la leche, el queso y los huevos por ejemplo que, mezclados con la antigua receta guaraní, se supone que dieron origen a la chipa que hoy conocemos o en su defecto, a una muy semejante. Es difícil darle una nacionalidad a este alimento ya que es fruto de una región que comprende tres países en la actualidad. Las migraciones internas hicieron que se la conozca en casi todo nuestro país y que se transforme en la fiel compañera del mate, en muchas ocasiones.
La sopa paraguaya es más moderna y presenta una curiosa historia que sería más rastreable por sus protagonistas. Dicen los relatos que el presidente paraguayo Don Carlos Antonio López -1841 1862- consumía diariamente una sopa blanca liquida llamada tikuetï que se hacía con harina de maíz, leche, huevos y queso. En una ocasión su cocinera vertió más harina de la necesaria y modificó la consistencia de la masa por lo cual la tuvo que cocinar en una especie de horno, logrando una comida sólida. Don Carlos la probó con desconfianza ante la mirada temerosa de su cocinera, pero le encantó el plato y ese mismo día lo ofreció a visitas extranjeras que compartían su mesa, presentándola como “sopa paraguaya”.
Ambos platos ganaron las mesas de los misioneros y se mantienen vigentes y ajenos a toda moda foránea ya que no parecen ser superadas por hamburguesas u otros menúes rápidos.