El Dia internacional de la mujer tiene sus orígenes en una fecha muy dolorosa, donde se luchó para lograr la equiparación de sueldos-y derechos-. Donde parir (esos derechos) volvió incluso a la lucha más propia.
No festejamos este día, lo recordamos y sostenemos para seguir bregando por un mundo más igualitario, donde el respeto sea la base, para que los rótulos “mi princesa”, “sos mía”, “mi media naranja” sinónimos de posesión y relleno dejen de serlo.
Las mujeres no somos posesión de nadie, ninguna persona lo es. No somos princesas de cuentos de hadas, porque no existen. No somos media naranja de nadie, porque somos enteras y podemos ser compañeras pero no complementos.
El rubro de la comunicación, que ha tenido por siglos al hombre como baluarte y sigue sosteniendo en muchos casos situaciones de privilegios para ellos en desmedro de profesionales mujeres, es un área que requiere no solo de una visión de género amplia, sino, la aplicación de un lenguaje comunicacional de género.
Hoy hablamos de diversidades, porque aunque a muchos les cueste entender, el género es lo que nos distingue y la libertad nos dá la posibilidad de elegir esa identificación que queremos tener.
Como bien nos enseñaban alumnas de la escuela secundaria n 8 de Julio Roca en CABA hace algunos años, a través de una intervención de género efectuada en su establecimiento: “En estas horas, el sistema que esquematiza a las personas como consumidores, que los encaja en parcelas y planillas para venderles mejor un producto, el que establece bellezas y fealdades en base a construcciones esquemáticas, sustentadas en estereotipos culturales y carga de prejuicios a quienes logran superar la barrera de lo socialmente aprobado contra quienes no lo logran, tiene una fecha de «celebración». No te olvides nunca de lo importante que es defender la diferencia, nunca encajar, nunca resignarte, no entregarte manso ni mansa a las imposiciones comerciales de quienes pretenden arrebatarte tu humanidad y reducirte a un número de consumidor. No te olvides nunca de lo que nos hizo, de todo lo que hicimos para ser lo que somos, de quiénes somos y quiénes de verdad tenemos ganas de ser. No le creas al televisor ni a la pantalla. La verdad está en otro lado”. Dentro tuyo, en lo que sos como persona y lo que vales como ser humano, me animaría a agregar.
Siendo respetuosa con todas las profesiones, hoy quiero valorar a mujeres que se jugaron por esta profesión que ejerzo, las que nunca hablamos de nosotras mismas, las que a la hora de comunicar e informar estamos presurosas a hacerlo, pero de quienes nunca hacemos autorreferencia. No se trata de vanidad, se trata de nombrarlas y en su nombre a tantas otras, que dejaron horas con sus hijos o familias, que se dividieron entre comunicar y enseñar a caminar a sus pequeños, que dieron la teta y hablaron al micrófono, aunque el sueldo-en la generalidad de las veces (siempre que haya sueldo)-fue mucho menor que el del hombre, por el solo hecho de serlo. Aquellas que optaron (o no) por una profesión que lejos de la fama que tiene- para muchos el cuarto poder-, siquiera tienen quien las defienda o represente, sobre todo a nivel provincia.
Por eso este 8 de marzo, como insistía Rosa Luxemburgo, luchadora, socialista y solidaria, reivindiquemos la lucha “ por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres».
A estas obereñas: mi respeto y admiración por haber desempeñado una profesión que es vital pero que en términos económicos no representa la misma importancia: Teresa Morchio, Norma Elvira, Doris Sand, Sara Serdiuk, Nelida Beatriz, Perla Morchio, Zulma Gallardo, Maria Ines Amable, Alicia Soroka, Marisa Novak, Cristina Koch, Liliana Acuña, Susana Costa, Nora Salinas, Claudia Marcela Lopez, Karin Pires, Lilian Pires, Irene Cutac,Maria Rosa Machorrinski, Karina Alejandra López, Angie Larramendia, Silvia Serafin, Gladys Acuña, Tamara Acosta, Rossana Tabaczuk y muchas más que seguramente me olvido.
Norma Lunge (Periodista)