Imaginemos, imaginar la amplitud infinita que podemos abarcar con solo
concentrarnos en nuestros pensamientos. Podemos llegar a lugares insólitos,
reales, platónicos, encriptados y olvidados.
La imaginación es nuestra herramienta más valiosa.
Pueden encerrarnos, lastimarnos, pegarnos, escupirnos, privarnos de todos
nuestros derechos, de nuestras ropas y morales, pero algo que jamás van a
arrebatarnos es la imaginación, nadie externo puede acceder a ella, ni pueden
controlarla, capaz que sí intentar inducirla o direccionarla, pero ella es resbalosa y
puede escurrirse hasta en los más estrechos límites.
La imaginación es poder y libertad. Y cuanto más se alimenta más crece, es
inagotable e infinita. Podemos crear y criar diversas imaginaciones, con diferentes
intenciones, es nuestra aliada y tiene injerencia directa con el futuro.
La imaginación puede también traer grandes catástrofes cuando se alimenta de
miedos e inseguridades, por eso hablo de la imaginación como herramienta de
poder, porque puede construirse el lugar deseado o la peor de las prisiones.
¿Cuando dejas tu mente en modo avión tu primer pensamiento es afirmativo o
negativo? ¿Pensas en tus carencias o fortalezas?
A veces cuando la realidad me tira a la hoguera y mi piel arde humeando la ciudad,
la imaginación se convierte en el único lugar seguro que no huele a carne quemada,
la mayoría de las ocasiones no puedo detener el fuego, pero puedo aplacar las
heridas viviendo unos minutos, unos meses o unas vidas después, me voy al futuro
y me traigo calma.
Imaginemos una biblioteca que simula nuestros pensamientos, aunque algunos se
pierdan o no se devuelvan o se los raye encima, ellos existen y forman parte de una
inminente variedad. Y un libro roto no opaca una biblioteca. Además como esta
biblioteca es imaginaria podemos cambiarla todo el tiempo, podemos ser una de
esas ambulantes que van sobre un carrito y una persona recorre la playa
ofreciendo ese pedacito de magia. O de esas bibliotecas renacentistas llenas de
ancestros históricos y ocultismo mágico.
O una pequeña biblioteca de escuela satelital, donde los libros se escabullen en la
imaginación oral y los susurros de la selva. La biblioteca es solo una excusa para
entrar en un elixir invisible. Y donde la metáfora puede ayudar a entender los
lenguajes simbólicos con los cuales trabaja nuestra imaginación en nuestro
inconsciente.
Mis palabras naufragan libres en los ríos de mi mente y cada tanto pesco algún
sueño para cobijarlo y luego devolverlo a su mundo irreal e inconcluso.
Entonces imaginemos los infinitos desiertos que podemos regar sin siquiera
movernos.