Lo llamábamos Nadie, no sé muy bien cual era su nombre, Carlitos creo o Juan pero le decíamos Nadie, creo que fue por algún chiste de la infancia allá por segundo grado, qué se yo, se habría confundido en alguna palabra o algo y quedó así, así, como creo que surgen la mayoría de los apodos. Era muy normal para nosotros, aunque ahora que lo pienso me causa gracia ¿qué habría pensado la gente que nos escuchó llamarle a viva voz enla plaza en la calle en el cole? Nadie, vení para acá. Nadie, agarrá el mate. Nadie pasame la pelota.
Un día, muy en confianza,Nadie me dijo que no le gustaba que le llamaran así, que al principio le causaba gracia pero ya no, que tenemos treinta y cinco, que ya fue, que estábamos grandes. Quedé en silencio por un rato tratando de digerir, cono duelando en ese apodo, aparte de mi amigo, de mi infancia, pero le entendí, un poco le entendí. Un rato después le sugerí que lo podíamos plantear en el grupo, que no creo que los muchachos tuvieran problemas, éramos amigos de toda la vida, no se iban a poner en plan forros a esta altura.
Hoy viernes nos juntamos a tomar una birra, ya tomamos un poco, hablamos de laburo, estamos relajados. Le hago una seña a Nadie como preparándolo para el momento. Me aclaro la garganta;muchachos, Nadie tiene algo que decirles, silencio. Nadie carraspeó, tragó y dijo;no, nada.