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Panducación: Educación en Pandemia

Abr 14, 2021

   Los tiempos que corren desde hace más de un año, generaron cambios y modificaciones en el comportamiento social que no se hubieran pensado en otros escenarios. Cuidarse ante un peligro implicando el contacto físico, es algo que produce acciones muy diferentes a otros tipos de cuidados y precauciones. Es distinto cuidarse en las comidas, beber responsablemente o mantenerse en forma, a cuidarse con las distancias, no darse un abrazo con los familiares y amigos, no pasarse la mano al saludar a otras personas y más aún, aprender a no tocarse la cara ni apoyarse en cualquier superficie, por mencionar solo algunos ejemplos.

   La mayoría de las prácticas sociales debieron adecuarse y la educación no fue ni será la excepción. El desarrollo de contenidos desde la virtualidad exige una profunda revisión de las estrategias y de las actividades a tener en cuenta. Los distintos niveles, son justamente eso: muy distintos. En los niveles superiores, el salto en la modalidad de trabajo pudo ser más llevadero porque los estudiantes ya han pasado por espacios educativos en su trayectoria que han forjado sus capacidades de aprendizaje, permitiéndoles un mayor margen de adaptación. Los estudiantes de nivel medio se vieron más afectados porque su recorrido educativo se encuentra aún en formación y no contar con clases teóricas presenciales en algunas asignaturas, les acarrea serios problemas de interpretación de contenidos.

   El nivel primario presenta un gran índice de dificultades porque los niños y niñas requieren de explicaciones pautadas y progresivas para el desarrollo de muchos de sus contenidos, sobre todo en los primeros años del trayecto educativo que requiere de trabajo muy concreto. En el nivel inicial ocurre lo mismo y se torna aún más complejo. Las familias que hacen el soporte, la contención y la ayuda para el desarrollo de las actividades virtuales, no cuentan con todos los elementos didáctico-pedagógicos que recibieron los docentes en su formación. El rol del docente en el aula no es fácilmente reemplazable y esto puede generar que queden contenidos sin desarrollar o con un desarrollo deficiente. La familia puede colaborar con las tareas escolares, de hecho, lo hizo siempre, pero es muy diferente que sean los responsables de explicar o profundizar contenidos pedagógicos que, por ser dictados en modo virtual, no se hayan podido trabajar como corresponde.

   Aquí la cuestión excede a todos los actores, la familia que no está preparada ni tiene porque estarlo, los alumnos que son los receptores y los docentes que tampoco están preparados, aunque deberían estarlo, de la mano del estado, así como se prepararon los hospitales, los servicios de salud y otros estamentos. Al hablar de docente preparado se habla de capacitaciones que debieron recibir, de equipamiento y de conexión real. Es irrisorio hablar de calidad educativa si los docentes no cuentan con los elementos básicos como una computadora y una conexión a internet.

   La llamada educación virtual en tiempos de pandemia, se sustenta en las adaptaciones de contenidos que los docentes realizaron, en sus computadoras personales, en sus aparatos de telefonía celular, en que tengan acceso a internet y también en que estén al día con los costos que eso implica. Además de esto, en la familia docente pueden existir otras personas de su núcleo que requieran del uso de la computadora o peor aún, que se descomponga el aparato o que no se cubran los gastos conexión. Por otro lado, la alternancia educativa que se lleva adelante con los protocolos establecidos, genera una sobrecarga en el trabajo docente, porque este debe atender a los alumnos presentes en la llamada burbuja, sin descuidar al grupo que no asiste y permanece en su casa, es decir que tiene dos grupos con modalidades muy diferentes; es inviable desde la óptica pedagógica que un grupo desarrolle contenidos presenciales una semana y el otro grupo realice tareas y ejercitaciones en su casa, esperando volver al aula. Esto genera lentitud en la dinámica anual de los contenidos y un tremendo recorte en ellos.

   Los pronósticos no son alentadores en función de la crisis sanitaria imperante, no solo a nivel local, sino también en el mundo entero y esa proyección exige una real planificación y re adecuación en la manera de desarrollar los contenidos que serán desplegados desde la virtualidad, sin dejar de lado los aspectos subjetivos de cada docente en la posesión de sus recursos e instrumentos tecnológicos.

   A fines del año 2020 se realizó una capacitación nacional educativa que arrojó algunas luces sobre la cuestión y no obstante ello, aún persiste la deuda de brindar elementos concretos para el trabajo docente no presencial. La premura por tener clases presenciales dejó de lado el análisis a conciencia de las prácticas educativas y su real adecuación a los tiempos que corren.

   Históricamente el sector docente en Argentina estuvo entre los menos redituados, con falencias en aspectos edilicios y materiales de trabajo y ahora a ese contexto, se agregó la falta de adaptación de contenidos que vino a engrosar la lista de asimetrías y a profundizarlas, por así decirlo.

   Es necesario abocarse al desarrollo de contenidos virtuales de manera inmediata para minimizar las deficiencias que acarrea este sistema en la educación de tantas personas y avanzar en una planificación eficiente, factible y concreta, teniendo en cuenta la disponibilidad de los recursos técnicos, tecnológicos y financieros de los docentes y dejar de poner el acento en la presencialidad como si fuera solamente volver a las aulas y nada más.

José Luis Martínez (Docente y Periodista)