• 23/11/2024 05:46

Reflexiones entre equívocas y univocas: Cobarde (por Juan Oviedo)

¿Cómo detectar a un cobarde?, antes que nada, se debe -primero- reconocer en donde se encuentran, porque desde ahí operan y se parapetan, se trata de la institucionalidad espacio donde suelen tener y ejercer una posición de autoridad, por ejemplo, en la fuerza del milico, en los vericuetos de lo judicial, en los derechos que suelen vulnerar, y en la investidura de su función, ahí, se ocultan y se protegen. Ahora, ¿cómo actúa cobardemente –el cobarde-?, mete mano dura, es afecto a lo demagógico, determina desgracias ajenas, es calculador, acomodaticio y corrupto, se acoge a los fueros y se preocupa en ocultar su faceta trepadora, cabales cobardes fueron los “milicos” de la oficialidad en Malvinas, escudados en el “rango”, condenaron a la muerte a cientos de inocentes y la posteridad burlonamente llamó héroes, a
aquellos que en el –fondo- fueron “víctimas” de cobardes.

Sigamos con aquel que pudiendo hacerlo, tras decreto de por medio, “liberar” a Milagro Sala, no hacerlo “justificándose” en medidas legales, otro gran cobarde, junto a ese que ordenó detenerla y quizás, agregar en esa línea de pusilanimidad al poder competente para su liberar cosa -que no se hace-.
Los medios representados en los apellidos ensobrados, mientan “descaradamente” con sus noticias a cuestas y su “operar” al que disfrazan, al definirlo -derecho a la información- y de esa forma, buscar neutralidad valorativa acerca de sus fake new, así, consciente de su superioridad -el cobarde-, victimice a sus subordinados, en -especial- buscando sacar “ventajas” de toda índole, estamos ante un tramposo inmoral, hasta tal punto, que suele utilizar “cínicamente” el discurso ¡moralizante! y -tapar- su rastrera condición.

El “milico asesino” que tapa su condición abyecta, y escudarse en las órdenes que recibe para poder pegar, golpear, masacrar a golpes de bastón, tirar gas pimienta a quienes, llevados por la desesperación, injusticia y vaciamiento de sus recursos, salen a la calle a manifestar -en contra- de gestiones que los vulneran como personas, ciudadanos, trabajadores.

Así, el “maldito desgraciado” ejerce su malicia y su –inclinación- al usufructúo del dolor, desprotección e indefensión ajena, tal como lo hace un usurero y en especial, a esa especie parásita (por vivir de lo ajeno) que son los ¡políticos!, cuanta cobardía hay en la promesa electoral, por decirte cosas y convencerte, te prometan cosas en sus campañas y así, explotar la desesperanza, el dolor, credulidad e ignorancia, para su beneficio personal, partidaria. ocultando su “ordinaria” estirpe de la utilización.

El cobarde ha sabido posicionar a la “cobardía”, y su mimética con las posturas correctas, nobles, sociales, altruistas, tras desprevenidos ingenuos e incautos, y usurpar identidades, frases, posturas convenientes, lo que nos dice que el ejercer diario de los cobardes, a través del tiempo y del espacio en este país, ha sabido instalar la “cultura de la cobardía”, como legado de cobardes.

Sin embargo, exista algo ¡peor! a todo esto, que por -otro tipo- de “cobardía”, hagamos la vista gorda, miremos para otro lado, nos hagamos los distraídos, respecto a los cobardes, algo que pone en la palestra la famosa frase, “la culpa no es la del chancho, sino quien le da de comer” o del encuentro entre cobardes divididos entre víctimas y victimarios.


Juan Oviedo