• 07/09/2024 22:54

Reflexiones entre equívocas y univocas (por Juan Oviedo)

Jul 19, 2023 #Juan Oviedo

Somos alfabetizados para algo, lo que posiciona la respuesta de forma –inmediata-, leer es e
implica un acto ¡social!, pues no solo no leemos —pasivamente— sino que somos creadores
del sentido que leemos por el cual se adquieran significados, ideas, y sea lo que nos permite
apropiarnos de una “dimensión simbólica” para actuar en el mundo y en la realidad.

Si respondimos “afirmativamente” que leer es e implica algo social, -no leer- posicione la
respuesta por algo individual, y por los motivos que sean enfrentarnos a un sujeto convertido
en “no lector”, pero consideremos algo, si el espacio literario posee ciertas características que
implica y enreda lo estético, donde lo reflexivo y el continuo madurar es algo que se “exige”
para sopesar lo que se lee, estemos ante variables que ¡potencien! a ese -no lector- ante la
exigencia de nuestro mundo que privilegia la velocidad del uso y del consumo, por el cual
ese –no lector- ya no pertenece al plano de lo individual por pasar a convertirse en algo
social, la paradoja del alfabetizado que “no lee”, posee un trasfondo social y –no- individual.

Entonces, ¿qué significado puede tener lo estético que implica “lo literario” en un
determinado colectivo desde el uso y el consumo ejercido a velocidad capitalista?, muy poco,
por ejemplo, si en colectivos como en Villa Gesell y Oberá, se encuentran bajo una realidad
donde priva la ganancia, la renta, el consumo, lugares donde no importan –otras- formas de
sentido que no sean esas, “lo literario”, para a formar parte de una mera banalidad, una
práctica bohemia entre sujetos displicentes y sin vínculos con lo real.

Así, la invisibilidad y demonización hacia el mundo literario ¡es mortal!, y fundamento de la
instancia social del –no lector-, para colmo, una sospecha se hace presente y consista que lo
escrito como -poesía, cuento o novela- a nivel local y regional, no logren entusiasmar por
estar ante obras mediocres, malas e intrascendentes, lo que colabora con esta visión
impopular de las obras literarias en cuestión.

Pero si consideramos la impronta necesario del lector (reflexión, cavilación, pensamiento)
para con lo literario, entonces, “lo literario” se yergue acto de “resistencia” a la banalidad
epocal del capitalismo y consumo, tras un nuevo sentido social, porque ya no se trataría del
apropio simbólico sino de un texto, una letra tratando de posicionar otros sentidos, otras
lecturas y desde allí, fijar una –polisemia- como método para horadar lo hegemónico y que,
a modo de pensamiento unidimensional, condiciona a los sujetos para que no cuestionen el
estado actual de las cosas.

Y para terminar, sin lugar a dudas, que la -no lectura- o la “indiferencia” hacia ese noble
producto cultural que significa la literatura, coarte su “sentido social” por ser ¡opacado! y
limite su dimensión popular al desvincularla de la gente, pero con un trasfondo mucho más
nefasto aún, que tal velar, anule el discurso -filosófico o político- que lo literario “aporta”
como método de resistencia a la opresión en curso.

Juan Oviedo