Una cadena de mando se “inicia” con el superior de turno, eso significa que el apellido puede cambiar y sin embargo, algo -permanece- y que no está sujeto a apellido alguno, aunque, algunos políticos intentan apelar la historicidad del apellido, lo cierto es que se trata de una estructura de -autoridad y subordinados-, mantenida por estar formalizada como institución, se llama Estado, entidad “funcional” para el normal desenvolvimiento de un país, así, quien llega a la pirámide de esa institución, gobierne, determine y dictamine hechos que influyen en la sociedad entera, pero también existan individuos que -no están- de acuerdo con las directrices del jefe o jefa, pero al ser “subordinados institucionales”, están obligados a aceptar al superior de turno.
Uno podría dejar de lado la pregunta, ¿está bien?,¿está mal? y responder, ¡es así y punto!, entonces, hay un sistema que avala a “cualquiera” que sea votado y ocupe el gobierno, mire, no se trata del antiguo senado romano de la ¡carrera de honores!, sino que aquí es el -sistema electoral- quien posiciona a la autoridad pertinente y también, a sus subordinado, así, el emperador y léase presidente, puede carecer de honor, hidalguía, capacidad y ser ¡un mamarracho!, y por ello, hacer lo que le plazca, amparado por esa aureola de “autoridad” que el sistema institucional le confiere.
Algo reiterado siempre en este país, un sistema castrense que enfatiza la autoridad, donde el resto -si o si- debe acatar y obedecer, con más desaciertos que aciertos, una letanía se hace patente y sea el –presidente- así lo quiere, lo determina, lo desea, le apetece, y el resto debe sujetarse, poco importa que formalmente exista una oposición, un congreso como balanza y posible “límite” al emperador de turno, los instrumentos legales e institucionales del Estado paradojalmente sean ejercidos para ir en contra de la legalidad, por ejemplo gobernar por D.N.U. , y si bien no se anula a la constitución y su formalidad de la división de poderes, lo señalado son los “vericuetos” de hechos que el –emperador o emperatriz – de turno, hace para anularla, compra de jueces, cambio de cantidades en la corte o la hipotética amenaza a
gobernantes para alineen sus tropas en el congreso a las decisiones del gobierno.
Ahora bien, esto diagramado debe -favorecer- a alguien porque el actual –impresentable- ¿a quién beneficia?, al mítico “círculo rojo” que monitorea, cuida, vigila y controla ¿a los emperadores de turno a devenir?, la permanente condición económica del país, que llevan y llevaron los distintos -emperadores y emperatrices- del país, determinando invariablemente en mayor o menor forma: pobreza, inflación, desempleo, gasto público, subsidios, préstamos internacionales, esas calamidades permanente del país, ¿a quienes en definitiva favorecen?, el circulo determina ¡siempre lo mismo!, el eterno retorno por el cual -no haya- devenir, por ello el sistema del “unicato” que significa la cima de la pirámide, y posiciono la burda cantidad de votos, donde el -emperador o emperatriz- de turno ejerzan la potestad otorgada
por el sistema y al ser “autoridad”, imponga a millones de personas, ¡su decidir!
Porque -no se- trata de la visión, consensos, pactos, acuerdos de “ese” quien tiene el poder y los terceros, sino del ¡¡¡decidir!!!, esa es la cuestión, no del porque -decide- sino del hecho de la decisión, ese imponer, esa imposición vinculado al sentido de “autoridad”, y por ser autoridad -no se- discute lo que -ella o él- diga, afirme y determine, la línea descendiente de lo institucional e impuesta como jerarquía, implique el sentido de -obediencia debida- y a la que ¡no se debe cuestionar, ni discutir!, es el cabal problema, en el fondo, el sistema “castrense” está a la vista, el de la obediencia en la que todos se deben ¡cuadrar! como
militantes, seguidores, ciudadanos, partidarios, -salve divinidad-, los que vamos a morir, ¡te saludamos!, en el maldito circo que lo institucional impone pero si estas vivo, debes creer, pensar, hablar, discutir, se trata del NO, esa sea tu ¡cabal obligación! a la instancia “castrense” que significa todo gobierno en este país.
Juan Oviedo