Es preciso poner en -tela de juicio- una serie de “definiciones” que nos vienen acompañando desde siempre, primero, que el “tiempo” -existe-, si realmente existiera -25 años- tendrían un efecto presente y actuar en cada uno de nosotros, pero 25 años no son en la consciencia del sujeto, no se recuerda al tiempo sino a los hechos como implica el –memorizarlos- inventando vericuetos, emparchando en cada persona sucesos, de un hacer ¡no temporal!, y con “peso” por reinar desde el espejo de la memoria y reflejarlos en nosotros, porque lo que se recuerda -no es- el ayer sino el suceso, ¿el tiempo? es solo un subsidio del acontecer, no posee -esencia ni ousía- es mero subsidio de la memoria.
Segundo, otra definición es el que “elegimos”, pero ¿usted eligió nacer, eligió a sus padres y hermanos, nacer en tal país y respectivo continente, al barrio donde paso su niñez y a la escuela primaria que fue?, y mientras crece, aparte de portar la información de la especie recibiendo millones de cosas, datos, información de todo tipo de las cuales -no es- consciente y contenidos que no son “pasivos” sino que actúan, después, adolescente-adulto dice elegir, mire ¡no sigamos más!, solo haga un pequeño ejercicio, fundamente de por qué elige cualquier mínima e insignificante cosa, color, tipo de comida, serie de tv, de por qué le gusta algo etc., sea riguroso y llegue al “laberinto” del ¿por qué? de su porque, usted -no está- acá para elegir sino que es elegido juntos con otros, (masificado), entonces, usted ¡jamás elija!
Tercero, que usted, se va “haciendo” con la existencia ,así, proyectos, objetivos, aspiraciones, poseen la finalidad de darle, ofrecerle una orientación a su existir y complementar a su “ser”, sin embargo, usted ya nace con una -impronta-, ¿qué quiero decir con esto?, que nace “siendo” con una dirección a realizar, por lo cual es usted ¡plena potencia!, donde la sociedad, educación, cultura, no lo determinan para nada, por el contrario, usted se valdrá de eso para ser ¡acto! pivotando en su potencia porque ¡ya! nació “siendo” con la –impronta- que desarrollara a lo lardo de toda su vida, por supuesto, las condiciones existenciales de su realidad mucho tendrán que “ver” pero en la medida que viva y en cierta modo se mantenga
con los carriles de su potencia, no será un tipo inútil, de lo contrario, será ¡fracaso!
Cuarto, que la “escuela” educa, forma, enseña, fortalece valores etc., pero los brillantes promedios solo tienen valor dentro del -sistema autista- de la institución escolar, ¿por qué autista?, porque lo que “allí” se hace, ejecuta, diagrama etc. no guarda relación con el –afuera-, que es dinámico, cambiante, impredecible, cualitativo exigiendo sensibilidad, inteligencia, coraje y determinación para enfrentarlo y no ser un mero efecto de él, disociar escuela con realidad es “embrutecer” las mentes de niños y adolescentes, convertirle en víctimas de instituidos tontos e instituyentes ¡también tontos!, así, en donde reinan los cabezas de termos ¿qué se puede esperar?, pero lo trágico es que de ahí “surgen” votantes y políticos, dirigentes y líderes, así, el estado del país es la perfecta -contrastación- de lo “inútil” de la formación educativa en las ¡presentes escuelas!.
Quinto, que “pertenece” a una sociedad, pero sociedad es un -término teórico- y como tal, algo que no se “ve”, es un supuesto, pero usted ¿es un supuesto?,¡no!, pero por el supuesto se le dice que elige, actúa, lo quiere y le otorga voz, voluntad, deseo etc. pero como ¡no existe! como tal, se le puede endilgar y -hacerle- decir cualquier cosa, ahora, si usted pertenece a ella y eso porque así se lo dicen, entonces, hablara sin hablar, elegirá cuando se sabe que -no se- elige y será utilizado cuando le dicen lo contrario: que utiliza y así por siempre. Usted estará fuertemente presionado por instituciones de toda índole como
representación y manifestación de eso superior llamado “sociedad”, pero es mera simulación, un simulacro de algo que existe pero que -no existe- como tal, ahora, ¿quién se pueda beneficiar con semejante estructuralismo?……..piense.

Juan Oviedo