• 20/04/2024 07:23

Múltiples Existencias:

Tenía menos fútbol que los canales de Venecia.

A las cuatro, los muchachos de Barrio Norte tenían la revancha con el Deportivo Taponazo. Eran las cuatro menos cuarto y no completaban el equipo, les faltaba nada menos que un nueve. El que ocupaba el puesto era el loco Gómez, que le pegaba como los dioses, donde le daban un espacio te la clavaba en un ángulo.

Un nueve de área, va…

Pero parece que al loco le cayó visita de Buenos Aires, parientes de la mujer o algo así y no pudo zafar para el partido.

—Jugamos con diez. —Dijo Ferro.

— ¡No! Mejor le decimos a Fernando que nos haga el aguante y se pare de nueve, y que le pegue al arco cuando la tenga o le quede una pelota. Para entrar completo al menos, aunque después no haga una mierda. —Dijo el Cholo García.

—Bueno, lo metemos entonces, total, no perdemos nada…

A las cuatro, arrancó el partido; puntualmente. Ellos lo tenían a ‘El pulpo’ Echave, su arquero desde hacía ya un par de años, era un Az bajo los palos, imbatible.

El partido era reñido, muy peleado en la mitad de la cancha, feo para mirar, cortado, caliente. Fernando andaba todo el tiempo caminando, desorientado, la mayor parte del tiempo en posición adelantada, pero los muchachos no le reclamaban. Más no podía dar, bastante con que se animó a entrar a la cancha.

Casi terminando el primer tiempo viene un pelotazo de atrás, el dos de ellos la rebota corta y le queda a Fernando, fue la primera en el partido.

— ¡Pegale! —Le gritaron.

El pobre no sabía qué hacer para sacársela de encima. Lo vio al defensor que venía decidido a quitársela o a embestirlo y

entonces decidió darle un puntazo que rebotó en el de ellos y les quedó servido un contragolpe que gracias a la buena suerte terminó con un tiro que pasó a veinte centímetros del palo izquierdo.

El partido siguió sin penas ni glorias. A los veinte minutos del segundo tiempo apareció corriendo; colorado, transpirado, el loco Gómez.

Según contó después; dijo en la casa que tenía que ir a socorrer a un amigo que tuvo un pre infarto. Zafó.

De inmediato, lo sacaron a Fernando y entró ‘el loco’. A los cinco minutos Aguirre le puso una pelota en tres cuartos de cancha, tirado algo a la izquierda. Gómez levantó la cabeza, tenía espacio; se sacó la marca y decidió pegarle, o acariciarla, el que lo conoce al loco sabe de qué hablo. Con la parte interior del empeine, con la velocidad justa, por arriba de los defensores, se la puso en el ángulo derecho del arquero. ¡Golazo!

El partido terminó así, uno a cero. Con ese tesoro de gol del Loco Gómez. Por su puesto, ese fue el último partido del nueve suplente. Y claro, si Fernando no jugaba ni a la bolita.